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El éxito de la coalición en Francia El 'método Jospin' exige fidelidad, pero tolera a los comunistas subrayar sus propios perfiles

La exitosa experiencia de la izquierda plural francesa, modelo en el que se inspira el acuerdo PSOE-IU, se asienta en la misma necesidad de batir electoralmente a la derecha, pero está respaldada por una larga tradición de alianzas y por la confluencia actual de sendos procesos de refundación internos. Mientras los socialistas trabajan sobre la nueva síntesis que debe dar lugar a una izquierda renovada, los comunistas tratan de refundar su partido a base de echar un nuevo suelo sobre el pasado estalinista. El secretario general del Partido Comunista Francés (PCF), Robert Hue, y el secretario nacional de formación del Partido Socialista (PS), Henri Weber, abordan para EL PAÍS los fundamentos de esta alianza que mantiene al Gobierno de Lionel Jospin en las más altas cotas de popularidad."La izquierda socialista y comunista han entrado en este siglo más unidas que nunca a lo largo de toda su historia", destaca Weber. "Desde que la alternativa comunista perdió toda credibilidad, el conjunto de la izquierda está en la misma óptica global de reforma del sistema. Nadie pide ya la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, ni la nacionalización de las empresas. Todos aceptamos el sistema de la democracia representativa y la economía mixta: mercado, sí, pero con intervención de los poderes públicos".

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Sin desmentir estos extremos, Hue marca distancias subrayando que los comunistas no luchan para "adaptarse" al capitalismo, sino para "superarlo". Unos y otros, en procesos paralelos y más o menos convergentes, siguen reclamando el valor de la utopía.

Según Hue, el PCF es cada vez más consciente de que el rechazo frontal resulta estéril si no va acompañado de la intervención institucional. De acuerdo con las encuestas, desde su entrada en el Ejecutivo, donde dispone de dos ministerios, Transportes y Deportes, y dos secretarías generales, el PCF ha empezado a ganar crédito ante la opinión pública. Pese a que los comunistas tratan de conjugar acción gubernamental y movilización social, parte de la militancia, asociada a la vieja guardia, empuja por la salida del Gobierno y la ruptura de la alianza. El método Jospin exige fidelidad en los momentos determinantes -forzó a los comunistas a no votar contra el presupuesto de la Seguridad Social-, pero tolera que sus aliados puedan abstenerse en determinados casos y subrayar sus propios perfiles.

Al contrario que en otras latitudes, la relación entre socialistas y comunistas mejoró notablemente a partir del momento en el que estos últimos perdieron su supremacía electoral en la izquierda. Las alianzas electorales, obligadas, puesto que ni PS ni PCF pueden aspirar a gobernar en solitario o sin otros apoyos parlamentarios, cristalizan tradicionalmente en la segunda vuelta de los comicios. La disciplina republicana de la izquierda francesa establece que el mejor colocado en la primera vuelta cuenta luego con el apoyo del resto de la izquierda. El acuerdo que dio lugar hace dos años y medio al nacimiento del Ejecutivo de la izquierda plural es fruto de contactos y discusiones que han terminado anudando también lazos afectivos entre los líderes.

Como subraya Weber, el primer ministro ha salido en repetidas ocasiones en defensa de los comunistas cuando han sido cuestionados en la Asamblea por su pasado estalinista y sus vinculaciones con Moscú. "Los socialistas nos sentimos responsables de la evolución ideológica de los comunistas, a veces dolorosa, en parte porque también nos va en ello el futuro de la izquierda francesa", dice. "A los social-liberales les gusta adoptar una actitud paternalista hacia nosotros, pero si nos defienden es porque nos necesitan", responde Hue.

Las fricciones entre socialistas y comunistas estallaron rápidamente cuando, contra lo prometido en la campaña electoral, Jospin consintió el cierre de la fábrica de Renault en Vilvorde y no revocó enteramente la ley Pasqua sobre la inmigración. "Eran reivindicaciones de la militancia, siempre más izquierdista, pero no del electorado", dice Weber.

"La principal enseñanza que hay que extraer de la experiencia de Gobierno", apunta, "es que se puede defraudar a la militancia, pero jamás al electorado. La semana de 35 horas es el gran triunfo del Gobierno porque es una reivindicación apoyada por la gran mayoría de la población". A juicio de Weber, el éxito del Ejecutivo plural descansa en la honestidad y valentía que transmite, unidas a la modestia.

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