Pa beneït
En Gorga (El Comtat) hoy pasean por las calles como santas, entre el delirio de gentes y banda de música, y llevan a la iglesia como sagradas hogazas de pa beneït; san Blas es la excusa y los jóvenes los protagonistas, como rito de paso y fiesta de fadrins. Estas coques son bendecidas -ser un tro de pa beneït es sinónimo de bondad- y compartidas por el pueblo en una eucaristia que llega a todas las casas. En Fuenterrobles (Plana de Utiel), también hoy, las mayordomas -un recuerdo del poder en manos de mujeres por santa Águeda como en las romanas Matronalia- de la Virgen de las Candelas dedican una procesión a la gigantesca torta, que llevan en andas y volandas; una vez consagrado, se subasta. En Teresa de Cofrentes (Valle de Aiora) hoy reparten los garrotes de san Blas, hechos de pasta como los gaiatos de Torrent (l'Horta), un emblema de la protección sobre los ganados que pretendían las Lupercales.En Requena, pan bendito; rollos benditos en Cheste; pa de sant Blai en el Ràfol de Salem... la proximidad entre blai y blat convertía al virtuoso de la garganta en abogado del trigo y se le dedicaba un "pan nuestro de cada día" con un ruego: Sant Blai, doneu-nos blat per l'any. En este universo harinero resulta muy sintomática la aparición de las dames de Teulada (Marina Baixa), grandes coques en forma de mujer -por santa Águeda se repartían panellets en forma de pecho-, restos de ritos propiciatorios con víctima. Normalmente esos panes sagrados -El pa beneït em menge,/ no per gana ni talent;/ si em ve la mort sobtada/ que em valga de sagrament- toman la forma del Sol, a quien invocan para que los sembrados cuajen en cosecha, implorando al espíritu de la semilla, Perséfone, con candelas, fuego generador y fecundante, su regreso para presidir el crecimiento de los trigales.
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