_
_
_
_
_

El 'negro de Banyoles' regresará pronto a África

El culebrón del negro de Banyoles parece dar sus últimos coletazos. El acuerdo al que han llegado todos los grupos políticos del Ayuntamiento de Banyoles, con el decidido apoyo de la Generalitat, permitirá finalmente la repatriación del guerrero bosquimano disecado a un país africano, donde posiblemente será enterrado en una ceremonia de desagravio.

El negro de Banyoles regresará pronto a África. Todos los grupos municipales del Ayuntamiento de Banyoles, con el apoyo de la Generalitat, han dado su apoyo a la repatriación a un país africano, probablemente Botsuana, de la conflictiva momia del Museo Darder.El guerrero disecado permaneció en las vitrinas del museo hasta que, a raíz de una denuncia que alcanzó repercusión internacional durante los Juegos Olímpicos de 1992, varios países africanos consideraron que su exhibición constituía un acto racista. La momia fue retirada, pero la polémica prosiguió. El Ministerio de Asuntos Exteriores coordinará el viaje de retorno.

PÁGINA 8

Banyoles decide que el guerrero disecado regrese a África

Pese al acuerdo, quedan por realizar numerosos trámites administrativos hasta que el traslado pueda hacerse efectivo.En primer lugar, el consenso debe plasmarse sobre el papel en un pleno municipal previsto para los próximos días, y posteriormente deberán intervenir los ministerios de Cultura, con jurisdicción en temas museísticos, y de Asuntos Exteriores, que deberá gestionar el viaje y coordinarse con el Estado africano que decida recibir el guerrero disecado, con toda probabilidad Botsuana.

Después de ocho años de continuada polémica, el actual gobierno municipal, encabezado por el republicano Pere Bosch, inició hace unas semanas reuniones con la oposición con el objetivo de zanjar de una vez un asunto que, en algunos momentos, amenazaba en convertirse en una cuestión de Estado. Las presiones que el Ministerio de Asuntos Exteriores ha ejercido de manera constante sobre el Ayuntamiento, influidas por la Organización para la Unidad Africana (OUA), que ha visto en la exhibición del guerrero disecado en el Museo Darder de Banyoles una intolerable muestra de racismo, han desembocado en la reciente decisión. En el ánimo de todos los concejales de Banyoles se había instalado la convicción de que el guerrero no podría volver a exhibirse jamás después de que en 1997 fuera retirado de la vitrina que ocupaba en la Sala del Hombre, junto a otras pieles humanas y fetos en botes de formol.

Parece que el médico haitiano afincado en Cambrils Alphonse Arcelin ha ganado la batalla. Todo empezó en 1991, cuando Arcelin se mostró indignado al enterarse de que en el más visitado museo de Banyoles se exhibía un ejemplar humano, disecado y relleno de serrín, con taparrabos de piel y una lanza en la mano. El Ayuntamiento de Banyoles, apoyado por la mayoría de la población, se negó rotundamente a la petición de Arcelin de que el guerrero bosquimano fuera retirado.

Polémica olímpica

La polémica se magnificó durante los Juegos Olímpicos de 1992, en los que Banyoles fue designada para las pruebas de remo. La Generalitat y el COI no consiguieron cerrar el museo durante los Juegos, pero el pediatra haitiano no desistió y consiguió como aliados a los gobiernos de Senegal y Gambia. El Ayuntamiento decidió guardar la pieza poco después de que Arcelin presentara una demanda judicial. A pesar de su derrota, Arcelin consiguió que la Unesco recomendara que el bosquimano no volviera a ser exhibido jamás y en su informe dejó abierta la posibilidad de escoger entre tres posibles destinos últimos: la incineración, la inhumación o la repatriación a su país de origen.

La repatriación puede topar todavía con algún escollo. El colectivo Amics dels Museus de Banyoles defiende la permanencia de la pieza en la ciudad por su valor museístico, pero la beligerancia de la población en defensa de la pieza se ha ido apagando a medida que el caso ha ido derivando en un culebrón del que no se veía el final.

La historia del denominado negro de Banyoles tiene sus orígenes en 1830, en una zona próxima al norte de la frontera de la colonia inglesa de Ciudad del Cabo, donde unos naturalistas franceses, los hermanos Verreaux, desenterraron el cuerpo de un indígena recién inhumado y lo disecaron. La pieza viajó a París y luego a Barcelona, hasta que en 1916 el naturalista Francesc Darder la trasladó, junto con otras piezas de su colección, a Banyoles.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_