Vodafone y Mannesmann abren el camino a nuevas fusiones en Europa
La operadora de telefonía móvil angloestadounidense Vodafone finalmente se ha hecho con el control de la alemana Mannesmann. Tras meses de batalla, el jueves por la noche se cerró la fusión, valorada en 29,8 billones de pesetas, que crea la cuarta mayor compañía del mundo y la primera del sector de telecomunicaciones. La operación, hostil hasta el último momento, abre el camino a nuevas operaciones de este tipo en Europa, incluyendo Alemania, donde esta forma de adquisición nunca había tenido éxito.
La fusión entre Vodafone y Mannesmann, detrás de las enormes cifras de capitalización bursátil, clientes y presencia internacional, puede suponer el arranque de una nueva ronda de fusiones, y no sólo en el sector de las telecomunicaciones.Por un lado, la fusión crea el primer grupo de la telefonía mundial, valorado aproximadamente en 60 billones de pesetas, con 42,3 millones de clientes en 15 países, la cuarta mayor compañía del mundo (de cualquier sector) detrás de Microsoft, General Electric y Cisco Systems, y el grupo con más acciones en el mercado bursátil de Europa. La mera operación de fusión, valorada en 180.000 millones de euros (29,8 billones de pesetas), por su parte, se convierte en la mayor de la historia empresarial.
Por otro lado, la fusión conlleva también una serie de implicaciones hasta ahora inéditas. En primer lugar, puede conducir a que las ofertas de adquisición hostiles se hagan más frecuentes en Europa, especialmente en Alemania, donde las grandes compañías como Mannesmann nunca habían sido objeto de una operación de este tipo, o se habían zafado con éxito de los intentos en este sentido. La operación tuvo mucho más de hostil que de amistosa, a pesar de que Chris Gent, presidente de Vodafone, y Klaus Esser, su homólogo de Mannesmann, dijeran ayer en una conferencia de prensa que la unión se había llevado a cabo en buenos términos.
Esser no dejó de oponerse a la operación con todas las armas de que dispuso hasta que el pasado domingo el grupo de telecomunicaciones francés Vivendi, al que Mannesmann vio como el caballero blanco que lo salvaría de las garras de Vodafone, se alió con la operadora británica. Esser cedió cuando se encontró solo y contra las cuerdas y aún así no cerró un mal acuerdo, puesto que el grupo alemán se quedó con el 49,5% de la nueva compañía -que sólo llevará el nombre de Vodafone-.
En segundo lugar, la operación abre la posibilidad de fusiones en Europa a una escala mucho mayor de la conocida hasta ahora. La batalla dada por el grupo anglo-estadounidense no había sido vista jamás en el viejo continente. Ha roto una fuerte barrera: el modo de hacer negocios entre británicos (más cercanos al estilo estadounidense) y alemanes (reacios a las adquisiciones hostiles, como quedó claro con el rechazo que el intento de control hostil de Vodafone suscitó en todos los sectores sociales del país). El éxito de Vodafone, según numerosos analistas, cambiará la mentalidad de los ejecutivos a ambos lados del Atlántico, y puede acelerar la reestructuración empresarial en Europa.
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