Cazadores en el punto de mira
El Tribunal de Cuentas francés revela cómo asociaciones de caza financian su partido con el impuesto ecológico
De la noche a la mañana, los cazadores franceses de la potente federación Caza, Pesca, Naturaleza y Tradiciones se han encontrado bajo el doble punto de mira de Bruselas y del Tribunal de Cuentas de su país. A partir de hoy, los 200.000 cazadores en ejercicio que salen por estas fechas al paso de las incautas aves migratorias van a quedar lisa y llanamente fuera de la ley. Otra cosa es que las autoridades francesas se atrevan hoy a reprimir a ese ejército de escopetas desplegado por toda Francia que desde las últimas elecciones europeas y aún antes -cientos de miles se manifestaron en París- dan prueba de una actitud desafiante, a prueba de órdenes gubernativas y de directivas comunitarias.Directivas como la que la Unión Europea adoptó en 1979 por unanimidad y bajo la presidencia francesa, precisamente. Esta normativa justificada por la necesidad de preservar las especies salvajes, fija el período de caza de las aves salvajes entre el 1 de septiembre y el 31 de enero, pero los cazadores franceses, muy soberanistas ellos, sólo respetan las viejas leyes nacionales, las que les permiten cazar desde mediados de julio a finales de febrero. No entienden a los "burócratas ignorantes" de Bruselas, ni esa teoría extravagante de que las aves son de todos. No entienden cómo se puede dejar pasar la ocasión. "A los pájaros y a la caza en general hay que cazarla cuando está", aseguran.
El partido Caza, Pesca, Naturaleza y Tradiciones, una asociación de términos nada fortuita dado su marcado carácter conservador, obtuvo en las últimas elecciones europeas la friolera del 6,77% de los votos. Los observadores y comentaristas políticos descubrieron entonces con asombro la capacidad de movilización electoral de una formación nueva que carecía de programa y de líderes y que había funcionado fuera de los circuitos propagandísticos por los que transitan los partidos convencionales. Ahora se sabe que los fogosos cazadores de Caza, Pesca, Naturaleza y Tradición, disponen, desde luego de una muy buena infraestructura y de considerables recursos.
El Tribunal de Cuentas acaba de desvelar que ese partido dispone a su antojo de los locales de las federaciones de caza y no sólo de los locales sino también de una buena parte del dinero del impuesto cinegético, unos 25.000 millones de pesetas, que van teóricamente destinados a la Oficina Nacional de la Caza, (ONC), organismo situado bajo la tutela de ministerio que dirige la ecologista Dominique Voynet.
Resulta que los dirigentes de este partido que ha copado las federaciones de caza se quedaron con una parte, todavía por cuantificar, de los 340 millones de francos (8.500 millones) que las federaciones debían devolver a la ONC, una vez cubiertos sus gastos administrativos de 1997. El Tribunal de Cuentas ha descubierto además, perplejo, que las federaciones de cazadores que suman 1,4 millones de escopetas, no solo financian a su partido preferido con el impuesto destinado al medio ambiente, sino que además han incrementado alegremente las cotizaciones.
La noticia estaba ayer en algunos medios de comunicación, pero no puede decirse que los dirigentes de Caza, Pesca, Naturaleza y Tradición mostraran ayer un perfil en el coloquio organizado en la Asamblea para presentar el proyecto de ley que aspira a adecuar la legislación francesa a la comunitaria. El coloquio, al que se sumaron gran número de diputados cazadores vocacionales de animales y votos, reunió exclusivamente a dos grupos: los partidarios de la caza y los fanáticos de la caza. Conocido de antemano cómo las gastan las gentes de Caza, Pesca, Naturaleza y Tradición, los ecologistas hicieron mutis por el foro y dejaron sola a Dominique Voynet ante el coloquio mascarada, aún a sabiendas de que los cazadores la esperaban con la escopeta cargada.
En efecto, la atribulada ministra fue saludada con los abucheos e improperios habituales, aunque en esta ocasión no se oyeron los gritos soeces, indecentemente machistas, de otras ocasiones. Aferrada al atril con las dos manos, conteniendo a duras penas la indignación, Dominique Voynet encontró respiro en aquellos momentos en los que sus palabras fueron acogidas con un silencio glacial por la peculiar audiencia.
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