Un diez incomprendido
El jugador del Valladolid se reivindica como media punta tras sus tres goles
Víctor recurre a la semiótica de los periódicos para explicar por qué, a pesar de ser un media punta, todo el mundo cree que es delantero: "Es por las alineaciones, que siempre ponen: punto y coma, Víctor y Peternac, o, ahora, punto y coma, Víctor y Jo. Pero yo soy media punta. Nosotros, un equipo pequeño, jugamos casi siempre con un solo delantero". El media punta, entonces, del Valladolid, reivindica su posición en el campo y su trayectoria en la Liga española. ¿Se siente infravalorado Víctor? "Absolutamente", responde. "Hay otros que meten cinco o seis goles y salen en todos lados; yo llevo casi 40 [exactamente 38, dos en el Tenerife y 36 en el Valladolid] y nadie me conoce". En la capital pucelana opinan lo mismo. Afirman que el buen Víctor (Mérida, 1974), el que no anda arrastrado por las lesiones -que lo mataron las últimas dos temporadas- puede ser uno de los mejores armadores de juego de toda la Liga, y lo miman mucho. Ahora le han traído a Jo, el delantero de referencia que necesita Víctor para, desde unos metros más atrás, aplicar su fútbol eléctrico, regateador e intuitivo.Este jugador bajito (1,65 metros de altura y 66 kilos de peso) y de abultada melena castaño oscuro, llegó a Valladolid en el verano de 1996. Vicente Cantatore recomendó su fichaje, y el equipo blanquivioleta desembolsó los 125 millones de pesetas que pedía el Tenerife, su anterior equipo. Quizás sea su estancia en las Canarias su asignatura pendiente: llegó allí en 1994, incluido en la operación Redondo al Madrid -Víctor se formó en la cantera blanca, "donde aprendí a jugar al fútbol", y jugó dos años en el Real Madrid B- y Cantatore, quien después lo llevó a Pucela, sólo lo alineó en nueve partidos; Heynckes, el siguiente, menos: siete encuentros, un gol y cesión al Toledo, en Segunda División, donde jugó -y brilló- el primer semestre de 1996.
Llegó a Valladolid y se acomodó rápido: jugó los 42 encuentros de la 96-97, cuando marcó 11 goles. Después, el calvario de los equipos pequeños: una osteoporosis de pubis que no ceja y el técnico Kresic que le pide jugar igual. Había que mantenerse en Primera. Víctor jugó año y medio al 50%, y sus acciones bajaron. Suben como la espuma ahora, "con el Víctor verdadero", el de la nueva alegría en Valladolid.
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