Por un puñado de manzanilla
Aunque hay distintas variedades de manzanilla, la que crece de forma exclusiva en el macizo de Sierra Nevada (Artemisia granatensis) es muy apreciada, desde hace siglos, por sus propiedades curativas. Posiblemente la primera referencia documental a esta especie se encuentre en los escritos de un botánico andalusí del siglo XI, que ya refería la existencia, en zonas montañosas de Granada, de una manzanilla de gran calidad. Así lo cree Esteban Hernández, director del Jardín Botánico de Córdoba, y uno de los máximos especialistas en este vegetal.Hernández también ha revisado los escritos de los botánicos que recorrieron las sierras granadinas y almerienses a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. En ellos vuelve a destacarse el valor de este vegetal endémico, que no crece en ningún otro lugar del mundo, y la presión que los recolectores ejercían sobre la especie. Pau, un botánico valenciano, describe, en 1909, "la guerra de exterminio que se le hace por parte de los manzanilleros", y añade con pesimismo: "Está condenada a desaparecer". Este mismo autor, explica Hernández, "nos habla del tráfico organizado en torno a la especie".
La inclusión de la manzanilla de Sierra Nevada en todos los convenios internacionales, directivas comunitarias y disposiciones nacionales y autonómicas destinadas a proteger la flora amenazada, no ha sido suficiente para frenar su exterminio.
A mediados de los años setenta, Esteban Hernández y otros botánicos comenzaron a ensayar técnicas de propagación, cultivando algunas semillas con las que lograban ejemplares que más tarde reintroducían en Sierra Nevada. "Aquellas plantaciones", recuerda, "no duraban nunca más de una semana". En poco tiempo eran localizadas y desaparecían.
El proceso de regresión se aceleraba sin freno, de manera que las plantas, que antes podían encontrarse a partir de los 2.500 metros de altura, se localizaban cada año en cotas más elevadas, hasta refugiarse por encima de los 3.000 metros. En la zona almeriense de Sierra Nevada se fueron extinguiendo las pocas poblaciones existentes, y hoy no quedan más de dos o tres ejemplares. En la vertiente granadina, calcula Hernández, "solo sobreviven unos miles de ejemplares, quizá 3.000 o 4.000, como mucho".
Así las cosas, los especialistas decidieron cambiar de estrategia. Si existía una fuerte demanda, y no era posible erradicar la costumbre de la recolección, aunque esta fuera ilegal, debía intentarse el cultivo de esta manzanilla, algo que ya hacían, a pequeña escala y para autoconsumo, algunos lugareños.
En 1991 se pone a punto la técnica de cultivo in vitro en el Jardín Botánico de Córdoba, y más tarde también se desarrollan todos los procedimientos para trasladar los plantones a su medio natural y conseguir que allí se desarrollen sin problemas. Un grupo de agricultores granadinos, convocados por los responsables del jardín, comienzan a aplicar estos métodos, y uno de ellos todavía continúa hoy cultivando con éxito esta variedad de manzanilla. "En cuatro o cinco años", precisa Hernández, "este agricultor alpujarreño ha obtenido cientos de plantas en su parcela, a partir de los ejemplares que le íbamos proporcionando, por lo que, técnicamente, el problema del cultivo in situ está resuelto y suficientemente probado".
Hernández critica que los responsables del Parque Natural de Sierra Nevada (hoy Parque Nacional) no se hayan preocupado de fomentar el cultivo y la comercialización de la manzanilla, "como una forma, indirecta, de garantizar la protección de las poblaciones silvestres".
Conociendo de primera mano la situación de la especie, y sabiendo de la presión que sufre, al director del Jardín Botánico le sorprende que aún haya quien mantenga la inocencia de aquellos que han sido sorprendidos recolectando manzanilla. A su juicio, "no son personas ingenuas, que desconocen la legislación y arrancan las plantas para su propio consumo, sino que se trata de individuos que se lucran con estas prácticas y saben muy bien lo que hacen". Hace 50 años se pagaban varios miles de pesetas por un kilo de esta manzanilla, "y hoy un solo gramo se cotiza, como mínimo, a mil pesetas", asegura Hernández.
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Peligro documentado
Si losbotánicos reclaman la aplicación de la ley en aquellos casos en los que se sorprenda a una persona recolectando manzanilla de Sierra Nevada no es por capricho. "Cuando decimos que esta especie está al borde de la extinción", asegura Esteban Hernández, "no es una opinión, es un hecho respaldado por muchos años de estudios profundos y concienzudos".
Además de toda la información que ya se había recopilado con anterioridad, a partir de 1994 diversos equipos científicos comenzaron a redactar los planes de recuperación de esta y otras especies vegetales amenazadas en Andalucía, tal y como contemplaba el decreto que fue dictado ese año para proteger a la flora en peligro.
La Consejería de Medio Ambiente está a punto de publicar un libro en el que se recogen las principales conclusiones de estos planes, que han permitido conocer, de manera muy detallada, el estado en que se encuentra cada una de estas especies.
Hay personas que no consideran particularmente grave el que un individuo arranque 40 o 50 ejemplares de manzanilla de Sierra Nevada, cantidad que no sobrepasaría los 250 gramos. Pero la cosa cambia cuando se sabe que no quedan, siendo optimistas, más de 3.000 o 4.000 ejemplares de la especie, y que, además, se encuentran distribuidos en pequeñas poblaciones muy aisladas.
El director del Jardín Botánico de Córdoba traslada esta situación a la parcela de la fauna: "¿Qué pensaríamos de una persona que mata a 40 o 50 elefantes de una especie que en todo el mundo no reuniera más que unos pocos miles de individuos?".
También es cierto que no sólo la recolección ilegal explica la difícil situación de la especie. Los efectos del cambio climático, los intensos periodos de sequía o la presión del ganado silvestre afectan asimismo a la supervivencia de este vegetal.
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