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Gore arrasa en Iowa frente a su temido rival demócrata Bradley

El aspirante demócrata Al Gore y el republicano George Bush, con el viento en sus alas de sus amplias victorias en los caucus o asambleas populares del Estado de Iowa (en el centro del país), se lanzaron ayer a la conquista de New Hampshire (este), donde el martes se celebrará la primera gran elección primaria del ciclo presidencial estadounidense. Bush aseguró que su triunfo en Iowa frente a otros cinco candidatos republicanos supone "el principio del fin de la era de Bill Clinton".

Gore, por el contrario, auguró que su amplia ventaja frente a su único rival, Bill Bradley, permitirá a EEUU continuar por la senda de prosperidad económica que caracteriza la presidencia de Clinton. Los resultados de los caucus celebrados en Iowa en la noche del lunes suponen una tremenda inyección de moral para Gore y Bush, que en los últimos meses han temblado ante el desafío para sus ambiciones presidenciales que representan sus respectivos correligionarios Bradley y John McCain. Gore obtuvo el 63% de los votos demócratas frente al 35% de Bradley, declarándose indeciso el 2% restante. Esta victoria contundente confirma que, tras un torpe comienzo, el vicepresidente ha encontrado su propio estilo de campaña. El nuevo Gore es mucho más combativo, más caluroso en el contacto personal y más simpático que el gris y muy eficaz adjunto de Clinton de los últimos siete años. Decisivo en ese giro ha sido el ejemplo del atractivo popular de Bradley, que se presenta como un hombre honesto y progresista.

Si el porcentaje de la victoria de Bush fue menor que el de Gore, fue debido a que el gobernador de Tejas tenía enfrente a cinco republicanos. Pero Bush obtuvo el mejor resultado jamás conseguido en Iowa por un candidato frente a una alternativa tan numerosa. El gobernador de Tejas, que sigue más los pasos de Ronald Reagan que los de su padre, consiguió el 41% de los votos emitidos por los militantes y simpatizantes republicanos que participaron en las asambleas populares. Bush adoptó en Iowa las posiciones más moderadas dentro del paquete de candidatos republicanos y pasó grandes apuros para no caer en la trampa de proclamar que luchará desde la Casa Blanca contra la legalización del aborto. El gobernador de Texas cifró su "conservadurismo con compasión" en una reducción general de impuestos que limite los objetivos del Estado a unas cuantas cosas esenciales: la mejora de la educación pública, el mantenimiento del sistema de protección social y la modernización del Ejército. Los republicanos que siguieron a Bush en votos se situaron por la penalización del aborto y en el campo de la derecha política y religiosa.

En el campo demócrata, Bradley también sigue en condiciones de darle un susto el martes a Gore en New Hampshire.

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