800.000 empleos de la izquierda plural

La llegada de "la izquierda plural" al Gobierno de Francia estuvo acompañada en junio de 1997 por el crecimiento del consumo interno y la primera reducción del paro: se han creado más de 800.000 puestos de trabajo. La experiencia muestra que no es nada despreciable el efecto psicológico derivado de la confianza política ni el impacto social de las medidas keynesianas puestas en práctica: creación de cientos de miles de empleos juveniles, semana de 35 horas, lucha contra la exclusión, apoyo a las economías más modestas...El Gobierno del socialista Lionel Jospin con el apoyo de los comunistas ha contribuido al dinamismo económico de Francia con la bajada de los tipos de interés, el aligeramiento de los impuestos sobre las empresas y el saneamiento del sector público. Ahora, según el programa plurianual presentado ayer, la economía crecerá a un ritmo anual del 3% y el gasto público aumentará un 1,3% en el próximo trienio, lo que permitirá reducir aún más el déficit público.

El caso Thomson ha quedado como ejemplo de los errores pasados y aciertos actuales. Después de haber sido ofrecida gratis por el Ejecutivo conservador precedente -"no vale el franco simbólico que pedimos por ella", dijo-, esa empresa pública de electrónica civil ha sido enderezada y vendida por 13.000 millones de francos. Menos espectacular, pero indicativo igualmente de cómo el sostén financiero y el saneamiento pueden reflotar sociedades consideradas ruinosas, lo constituye el caso del Crédit Lyonnais. El Gobierno de coalición ha privatizado, pues, empresas públicas y abierto a la competencia, a veces con límites, sectores considerados estratégicos.

El proverbial pragmatismo de Jospin ha terminado por convencer a los mercados de que el Ejecutivo de "la izquierda plural" puede ser también un interlocutor serio, moderno y eficaz. Tan denostada en sus primeros meses, su política de incentivar el consumo interno, verdadero motor del crecimiento, está siendo ahora elogiada por los mismos organismos financieros internacionales que la juzgaron anacrónica, desfasada. La ley de las 35 horas ha provocado, eso sí, una durísima reacción de las organizaciones empresariales, que amenazan con hacer explotar el sistema de la Seguridad Social que gestionan conjuntamente con los sindicatos.

Bajo el lema jospiniano Sí a la economía de mercado, no a la sociedad de mercado, el Ejecutivo francés mantiene un cuidadoso equilibrio entre los imponderables de la globalización rampante y los objetivos de justicia social, entre las imposiciones del mercado y la proclamada necesidad de poner límites al neoliberalismo. "Cuando más se globaliza la economía, más imprescindible resulta establecer reglas de obligado cumplimiento para todos", repite el primer ministro.

Mientras la Bolsa de París exhibe los mejores resultados europeos, más del 40% de ganancias, el paro continúa bajando a un ritmo espectacular, de forma que el número de puestos de trabajo creados en los últimos dos años y medio supera los 800.000. Jospin habla de alcanzar el pleno empleo antes de 2010. En el plano de la construcción europea, consiguió introducir su creación entre los objetivos comunitarios y vencer así no pocas de las resistencias que suscita en la izquierda francesa el modelo de la Europa de mercado.