Las pruebas preoperatorias no mejoran la cirugía de cataratas
Las pruebas médicas ordinarias realizadas antes de la operación de cataratas no mejoran ni reducen perceptiblemente las muertes o complicaciones derivadas de la cirugía, según un estudio publicado en el último número de The New England Journal of Medicine. "Poner fin a la práctica de las pruebas preoperatorias ordinarias podría reducir los costes sin ninguna consecuencia negativa para los resultados clínicos o de salud de los pacientes", concluye el autor principal del estudio, Oliver D. Schein, profesor de oftalmología del Wilmer Eye Institute de Hopkins (EE UU).En este estudio, financiado por la Agencia para la Investigación y Calidad de la Sanidad de EE UU y realizado con más de 19.000 personas en nueve centros estadounidenses, los pacientes sometidos a las pruebas preoperatorias habituales (análisis de sangre y electrocardiograma) tuvieron unos resultados tan buenos como aquellos a quienes se practicó la operación sin dichas pruebas, pero éstas añaden un coste aproximado de 150 millones de dólares anuales (unos 27.500 millones de pesetas) al sistema sanitario.
La cirugía de cataratas es una de las más habituales en las personas mayores en los países desarrollados y la más frecuente en los ojos. La operación se practica generalmente en régimen ambulatorio, con anestesia local, y sus tasas de mortalidad son muy bajas. Dado que los pacientes de cataratas son a menudo mayores y sufren enfermedades, los médicos realizan estas pruebas preoperatorias ordinarias.
En los nueve centros médicos que participaron en el estudio, los investigadores asignaron aleatoriamente más de 19.000 operaciones de cataratas en dos grupos, según fueran o no precedidas de las pruebas médicas habituales, y registraron todas las complicaciones que tuvieron lugar el día de la operación y en los siete días siguientes.
Tasa de complicaciones
Los incidentes médicos más frecuentes en ambos grupos fueron el aumento de la tensión sanguínea y una ralentización del ritmo cardiaco. Los incidentes médicos graves fueron muy escasos. Y el índice general de complicaciones fue el mismo en ambos grupos: 31,3 incidentes por cada 1.000 operaciones. Al analizar los resultados por edad, sexo, raza o condiciones médicas paralelas, los investigadores observaron que las pruebas preoperatorias ordinarias no presentaban beneficio alguno.
Según una encuesta nacional estadounidense realizada antes del estudio, la mayoría de los oftalmólogos, anestesistas e internistas solicitan habitualmente recuentos sanguíneos completos, mediciones de electrolitos séricos y electrocardiogramas antes de una operación. También se piden con frecuencia otras pruebas, como radiografías de tórax, estudios de coagulación sanguínea y análisis de orina.
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