Un gracioso picaresco

Rubianes, solamenteEspectáculo de Pepe Rubianes. Teatro Olympia. Valencia, 17 de enero.Tacita a tacita, el Teatro Olympia se está convirtiendo en una de las salas más estimulantes de la ciudad, pese a los vaivenes de una programación necesariamente ecléctica que, sin embargo, cuida cada vez más los detalles de calidad y la oportunidad de su programación. Actualmente se sitúa en el ranking por encima del Principal, lo que no es mérito pequeño desde una titularidad privada, algo más que complementaria de la errática y devoradora programación de los teatros públicos. A lo que vamos es al último espectáculo de Pepe Rubianes, que ha llenado en su breve tanda de actuaciones valencianas. Hay que decir que Rubianes es el de siempre: hábil para la escaramuza del relato breve, dicharachero, ocurrente sobre la marcha y no se sabe si más disparatado en sus textos, en las diversificaciones en las que parece embrollarse sobre la marcha o en la gestualidad de hombre orquesta que es capaz de mimar incluso las más simples onomatopeyas.

En este Rubianes, solamente sus seguidores no saldrán defraudados. Tiene una marca de la casa, un tanto a la manera de Les Luthiers, que contribuye a una fidelidad por encima de las oscilaciones que puedan observarse en cada espectáculo. En éste, una mezcla de números de siempre y nuevas aportaciones de actualidad, que no es el caso destripar ahora, se une a la gracia de siempre una dosis mayor de mala leche y una cierta libertad a la hora de referirse a las reales personas, mostrando así que los tabúes no deben contar para el cómico. Se dirá que es poca cosa como teatro, pero no hay muchos cómicos capaces de atrapar ellos solitos la atención sobre el escenario. Cuatro años de éxito ininterrumpido en Barcelona, tres días en Valencia. Es poco tiempo, pero menos es nada.