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Los servicios ofertados por Infoville apenas han avanzado en sus cuatro años de existencia

Infoville es un proyecto con el que la Generalitat persigue "acercar a los ciudadanos la sociedad de la información". Tras cuatro años de funcionamiento en Villena, un paseo por Infoville permite observar que lo único que ha conseguido es doblar la tasa de conectados a Internet respecto a la media nacional y vender más de 1.700 equipos IBM a precio de coste. Las promesas siguen siendo eso, promesas: no se puede telecomprar, pedir cita previa en el ambulatorio, consultar las notas escolares ni acceder a tantos otros servicios ofertados como realidades inminentes.

La página de Internet en la que la empresa Tissat, encargada del desarrollo de Infoville, informa sobre los detalles del proyecto, asegura que "los habitantes de los municipios Infoville [Villena, Catarroja, Torrevieja, Vall d"Uixó, Altea, Burriana, Oliva, Elche y Gandia] pueden leer el periódico local, consultar las notas de su hijo, pedir hora al médico, consultar su saldo o comprar en la tienda de la esquina desde su ordenador". Nada más lejos. Este periódico se conectó a la intranet de Infoville el miércoles pasado, y comprobó que ninguna de esas actividades telemáticas pueden realizarse en la ciudad en la que el proyecto comenzó a desarrollarse en 1996.Infoville oferta un servidor de noticias relacionadas con Villena y el proyecto telemático, que va al día, pero cuando se accede a las noticias del coordinador, figura que debe actuar de puente entre la tecnología y los ciudadanos, la información más reciente es una fiesta celebrada en una discoteca local el 28 de agosto. Todos los colegios tienen web. Ninguna permite comprobar las notas del alumno, algo que sería muy sencillo otorgando una clave de acceso a cada padre al inicio del curso. Ni siquiera el Príncipe Don Juan Manuel, donde funciona Infocole (la Infoville del sistema educativo) publica las notas de sus alumnos en la red.

Para acudir al ambulatorio, los habitantes de Villena continúan llamando por teléfono, como cualquier hijo de vecino. Al seleccionar la opción "cita previa" aparece un mensaje que advierte de que se está ultimando el desarrollo de un programa que haga posible esta operación. Lleva así un año. Antes era peor, pues el programa permitía cerrar la consulta sin que la cita se registrara en los sistemas del ambulatorio, asegura un grupo de usuarios. Por lo menos, el aviso les sirve ahora para no perder el viaje.

La mayor parte de los servicios que aparecen listados en Infoville son meros enlaces de hipertexto que conectan al usuario con páginas web ajenas al proyecto, y a las que puede tener acceso cualquier internauta, viva o no en Villena. Así sucede con el telebanco. Consultar el saldo, realizar operaciones y jugar en bolsa a través de los bancos no es patrimonio de los usuarios de Infoville, sino de cualquier cliente.

La telecompra se vendió en su día como uno de los principales atractivos de Infoville. Cuatro años después, no existe como tal. Comprar por Internet consiste en lo siguiente: seleccionar un artículo en el catálogo, teclear el número de tarjeta de crédito y recibir el artículo en el domicilio. Nada de esto se puede hacer en Villena. Sólo encargar los artículos, y después hay que ir a la tienda a por ellos. Internet se concibió para facilitar determinadas cosas, y tal como funciona Infoville, es mucho más cómodo ir a la tienda en persona.

Infoville no es práctico. La web del Teatro Chapí no permite la telecompra de entradas. Las páginas de las bibliotecas ni siquiera cuentan con catálogos de sus fondos. El Ayuntamiento Virtual, que iba a permitir empadronamientos y consultas al alcalde vía Internet, es una anécdota.

Infoville no ofrece calidad. Sus páginas están confeccionadas por objetores de conciencia, y no por profesionales. Así lucen: simples, mal planteadas, sin atractivo ni aplicación práctica, sin diseño. Además, están mal programadas y los enlaces no llevan a donde prometen. Son páginas que los expertos llaman de primera generación, es decir, propias de la prehistoria de Internet. En el mundo real, más allá de fachadas tecnológicas como Infoville, los internautas van por la tercera.

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