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El pueblo de la nobleza: Segorbe recupera parte de la historia valenciana con los fondos documentales de la casa ducal de Medinaceli

Nueve siglos de historia recuperada, que empiezan cuando unos hombres pertenecían a otros hombres y las tierras se acumulaban en unas pocas manos. Un pasado filtrado con los ojos de la nobleza, pero con el valor de lo exclusivo. Valiosos legajos con datos sobre tierras, industrias, inmuebles, testamentos y pleitos, entre otras relaciones señoriales registradas en la Comunidad Valenciana desde el siglo XI, integran el archivo documental de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli con sede en la ciudad de Segorbe.La próxima edición de un catálogo con los fondos microfilmados, según establece un convenio que se firmará este mes en Sevilla, permitirá la investigación de parte de la memoria valenciana que ya no dispone de otras fuentes.

La familia Medinaceli representa a la única casa nobiliaria española descendiente de antiguos reyes (Alfonso X El Sabio), heredera de la vieja monarquía de Castilla y León. A través de diversos enlaces matrimoniales con las más importantes familias nobles catalano-aragonesas y valencianas, acumuló títulos y propiedades en casi todo el territorio nacional.

Actualmente, la duquesa de Medinaceli, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa, concentra el mayor número de reconocimientos nobiliarios que se ha registrado en la historia de España: 64 títulos, 15 de los cuales ha repartido entre sus cuatro hijos (uno de ellos, el de Segorbe).

En el antiguo Reino de Valencia, los Medinaceli reunieron los ducados de Segorbe y Gandia, el marquesado de Dénia y el condado de Cocentaina, además de un gran número de baronías y señoríos. El control documental de sus propiedades ha posibilitado el acceso a una parte de la historia valenciana, imposible de rescatar por otras vías a causa de la destrucción de archivos administrativos. Desde el pasado mes de marzo, estos fondos documentales señoriales se pueden consultar en una institución, creada por la familia Medinaceli, la Fundación Bancaja-Segorbe y el Ayuntamiento de la capital del Alto Palancia.

Un proyecto que gestaron hace 13 años el ex alcalde socialista del municipio Miguel Ángel González, y el historiador Francisco Guerrero, y que permitió concluir la microfilmación y catalogación de toda la información en 1994. En la actualidad los documentos sólo pueden consultarse en la comarca castellonense, ya que los originales se hallan en el Hospital de Talavera de Toledo, cerrado al público hasta que se resuelva el recurso judicial interpuesto por la Junta de Andalucía contra la decisión de la familia de trasladarlos a tierras castellanas.

El contenido de los documentos aporta, por ejemplo, interesantes datos sobre el sistema de vasallaje en el feudalismo y también de las relaciones de celo entre la nobleza y la Iglesia. "Hay material importante para estudiar hechos tan fundamentales para la Comunidad Valenciana como la expulsión de los moriscos, en 1609, y las consecuencias de la promulgación de las Cartas Puebla, la desamortización o el paso al capitalismo", explica el historiador y presidente de la Fundación Bancaja-Segorbe, Vicente Górriz.

Los informes incluyen datos sobre la contabilidad de las tierras y cosechas de la familia; resultados de transmisiones hereditarias como hijuelas, particiones de bienes y testamentos; libros de fábricas; poderes; patronatos de asilos, colegios, hospitales y conventos; regalías, algunas de las cuales demuestran monopolios de la familia, como la exclusiva de comercializar el jabón en España, y pleitos por conflictos generados en sus propiedades, "como el suscitado por las dudas de la casa Medinaceli sobre si el obispo de Segorbe tenía derecho a trono en la catedral", expone el archivero de la Casa Pilatos de Sevilla, Antonio Sánchez González.

La vinculación de la familia con la capital del Alto Palancia se remonta a un pasado de más de tres siglos. En 1670, el octavo duque de Medinaceli, Juan Francisco Lozano de la Cerda, se casó con Catalina de Aragón, entonces heredera del duque de Segorbe, y el enlace unificó ambos títulos.

Fue uno de los momentos de expansión del apellido, ése que ahora devuelve al pueblo lo que le pertenece: la historia de su pasado.

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