Una ruta del XVI con medios del XXI

En 1984 dejaron casa, coche, trabajo, colegio y su estilo de vida para lanzarse, a bordo de un velero, a recorrer el mundo. Así estuvieron 10 años para materializar "un sueño", incluidos los tres hijos varones de Vilfredo de Oliveira Schürmann y Heloisa Carneiro Ribeiro, que contaban, a la sazón, con 7, 10 y 15 años.Tanto tiempo meciéndose en alta mar acabó por alterar los biorritmos de la familia brasileña, que soportó a duras penas tres años de vida en tierra a la vuelta de su larguísimo periplo marítimo. "Conforme pasaba el tiempo descubrimos que nuestra forma de vida está en el mar", explican desde su página de Internet (www.schurmann.com.br).

El 23 de noviembre de 1997, con algunos cambios en el núcleo familiar -adoptaron a la pequeña Katherine-, zarparon de nuevo desde la isla de Porto Belo, al Sur de Brasil, a bordo del velero Aysso, un vocablo del tupí-guaraní que significa "fuerte" y "valiente". La aventura diseñada por la familia en esta ocasión difiere, al menos, en dos aspectos. Siguen la ruta trazada por el marino portugués Fernando de Magallanes, en el siglo XVI, para dar la vuelta al mundo. Y gozan de una herramienta única para difundir sus peripecias: Internet.

Medio millón de brasileños siguen el viaje de la tripulación del Aysso, que recibe al mes alrededor de 15.000 correos electrónicos. "El primer viaje se hizo sin tecnología alguna", comparaba ayer David Schürmann, actual director de filmaciones de la aventura Magallanes. Una vez al mes, la cadena brasileña Globo se hace eco de las peripecias de los navegantes, que ayer atracaron en Sevilla, el único puerto que les ha permitido realizar una incursión fluvial.

La escala sevillana, entre Lanzarote y Lisboa, durará un máximo de siete días. En sus paradas, la familia aprovecha para adentrarse en la cultura de los pueblos, que luego se encargan de difundir a través de su página web.

Pero no sólo por razones informativas. En colaboración con el instituto estadounidense Mackeinze, la familia Schürmann desarrolla un proyecto educativo, en el que participan 2,4 millones de alumnos de Brasil y Estados Unidos, que elaboran trabajos de cooperación.

El viaje de los Schürmann, que comparten tres tripulantes, está previsto que culmine el 22 de abril de este año, cuando Brasil conmemora los 500 años desde que fue descubierta por navegantes europeos. Su llegada se enmarca dentro de los actos programados para festejar la efeméride.

En el tiempo que llevan de periplo, la dotación del Aysso ha vivido de todo: recalar en parajes inexplorados, sortear a piratas en aguas de Indonesia o bregar con depresiones tropicales. "En el estrecho de Magallanes, los vientos superaban los 120 kilómetros por hora y las olas pasaban sobre el barco", relataba ayer Vilfredo de Oliveira.

El administrador de la aventura Magallanes es un antiguo asesor financiero, que se despidió de la economía para hacerse marinero. A sus 51 años, se define como navegante "experimentado", al igual que su esposa, Heloísa Carneiro, una profesora de inglés, que cambió la enseñanza tradicional por el mar.

Es tal la devoción que sienten por la navegación que ni siquiera en los momentos más crudos se plantearon abandonar el proyecto. "Cuando el barco se queda mucho tiempo en puerto, comienza a llorar", aduce Oliveira. Hasta la pequeña Katherine, que viaja con múltiples muñecas, vídeos y libros infantiles, se confiesa encantada: "Me gusta ver las gaviotas".