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FÚTBOL Mundial de Clubes

Desplante de Raúl a Del Bosque

El sueño de jugar en el Maracaná le duró a Raúl 65 minutos. Transcurrido ese tiempo, después de haber marcado el único gol de su equipo y ya con empate en el marcador, el entrenador Vicente del Bosque decidió enviarle a los vestuarios. Lo que no se sabe es si fue una decisión técnica o disciplinaria. Porque cinco minutos antes del cambio por Etoo entrenador y delantero habían mantenido una acalorada discusión. Hasta la tribuna de prensa no llegaba el contenido del diálogo, pero sí los gestos y las caras.El técnico reclamaba de Raúl -eso expresaban sus manos- una posición mucho más adelantada, y al jugador no le gustó la reprimenda. Las manos y la cara del delantero delataban una respuesta desairada: "Voy para atrás o para adelante, en qué quedamos", vino a decir de malos modos. Y en lo que quedó el asunto es en que Del Bosque ya no le dejó jugar ni en punta, ni más retrasado, sino en la ducha. Al goleador del equipo tampoco pareció gustarle mucho la sustitución: abandonó el campo con gesto arrogante, sin mirar siquiera el banquillo y apenas dándole una palmadita al camerunés Samuel Etoo, su sustituto. Antes de enfilar las escaleras de los vestuarios, pasó altanero por detrás de la ocupación de su entrenador y compañeros, y sólo se dignó a responder levemente los ánimos de Karembeu, que ayer no jugó.

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Los futbolistas del Madrid no vieron la final entre el Corinthians y el Vasco da Gama. Decidieron que no tenía ningún interés y, apenas se ducharon, volvieron al hotel.

El duelo Raúl-Del Bosque fue el lance más acalorado de un partido frío. Caliente en cuanto a temperatura -se dijo que llegaron a registrarse 40 grados sobre el césped-, pero gélido en cuanto a fútbol y ambiente. La cosa, en cualquier caso, pudo ser peor. Las nubes se posaron durante buena parte del choque sobre el Maracaná y suavizaron el encuentro. La lluvia que apareció al final, torrencial y virulante, como suelen ser las tormentados de verano en Río de janeiro, terminó por dejar más agradable una cita que nació con pinta de insufrible.

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