HAY QUE ENTERRAR LAS DOS ESPAÑAS Ante el regreso de Martínez Barrio
Poco a poco van regresando a España para reposar en su tierra los restos mortales de quienes, exiliados tras la guerra civil de 1936-1939, murieron en el extranjero. Hoy, 14 de enero, vuelven a Sevilla desde París, donde reposan actualmente, los de Diego Martínez Barrio, que fue presidente de la República, del Consejo de Ministros y de las Cortes, ministro, diputado y concejal del Ayuntamiento de Sevilla.Se le puede considerar como uno de los representantes más típicos de una burguesía republicana liberal y democrática a la que la sublevación fascista de julio de 1936 no dejó fructificar.
De origen humilde, su padre era albañil y su madre vendedora en el mercado, fue un autodidacta que gracias a su inteligencia natural llegó a desempeñar los más altos puestos de representación pública en España, destacando siempre por su honradez, moderación y habilidad para el consenso.
Afiliado a la masonería desde muy joven, aunó las esencias filosóficas de la orden con la causa de la República, a la que dedicó toda su vida, y al hundirse el frente de Cataluña abandonó España, a pie con Azaña a través de los Pirineos, en medio de un éxodo de cientos de miles de personas.
Vivió un exilio muy modesto en México y París, donde redactó su testamento pidiendo "...si algún día fuera posible decorosamente, ruego desde ahora que trasladen nuestros cadáveres, el de mi mujer y el mío, al cementerio de San Fernando de Sevilla y en él procedan a su definitiva inhumación". Y más tarde "...deseo que al morir se envuelva mi cuerpo en la bandera española de la República".
Ahora van a poder hacerse realidad sus últimas voluntades, gracias al esfuerzo de la Asociación de Abogados Progresistas y del Ayuntamiento de Sevilla, que han acordado ejecutarlas.
A las honras fúnebres y a los actos de homenaje que se le tributarán se han sumado la Diputación Provincial de Sevilla, el Parlamento de Andalucía y el Gobierno andaluz. También las Cortes Generales y el Gobierno de la nación deberían unirse a los actos programados, enviando la representación que el personaje y los cargos que desempeñó merecen, y concediéndole en el sepelio los honores propios de su rango de jefe de Estado, que sólo el Gobierno de España puede otorgar.
Serían signos evidentes de que hemos enterrado las dos Españas que helaron el corazón de Machado y de tantos hombres y mujeres de buena voluntad. Y que no olvidamos y respetamos la memoria de aquellas personas que con dignidad y honradez fueron fieles a sus ideales de democracia, libertad, igualdad y fraternidad, y defendieron la legalidad republicana frente a la rebelión militar de 1936, sin que ello signifique reabrir heridas, ni provocar divisiones entre los españoles que nunca deberían repetirse.
ANTONIO-CLARET GARCÍA GARCÍA
Antonio-Claret García García, diputado por el PSOE en el Parlamento de Andalucía.
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