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Clinton interviene por quinta vez en las complejas negociaciones entre Siria e Israel

En un último esfuerzo por dar un impulso definitivo a las conversaciones de paz entre Siria e Israel, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, llegó ayer a Sheperdstown para entrevistarse por quinta vez con el primer ministro israelí, Ehud Barak, y con el jefe de la diplomacia siria, Faruk al Shara, encerrados desde hace una semana en un hotel de esta localidad para tratar de reavivar unas negociaciones paralizadas desde hace cuatro años. Los dos responsables tenían previsto regresar entre hoy y mañana a sus respectivos países, sin haber alcanzado ningún resultado.

Los detalles quedarán a partir de ese momento en manos de sus colaboradores, quienes permanecerán en la pequeña localidad de Virginia occidental hasta que consigan esbozar un principio de acuerdo. La intervención de Clinton ha resultado ser crucial en esta primera ronda de negociaciones. El presidente llegó ayer por la tarde a Sheperdstown para reunirse, primero bilateralmente y luego mantener una cena tripartita, con Barak y Al Shara. Pero el clima seguía siendo pesimista. "No hay duda de que éstas son unas negociaciones difíciles", dijo ayer Barak, antes de su entrevista con Clinton, para añadir, con intención de tranquilizar a su opinión pública, que no firmará "un acuerdo hasta que fortalezca la seguridad de Israel y cumpla con sus necesidades vitales". El ministro israelí de Exteriores, David Levy, reconoció que no se había llegado a ningún acuerdo.

La diplomacia estadounidense, de la mano de la secretaria de Estado, Madeleine Albright, y del consejero presidencial para Asuntos de Seguridad, Sandy Berger, ha echado el resto para que la semana de conversaciones termine con una nota esperanzadora. También han invitado a la Unión Europea a desplazar a una delegación, con Miguel Angel Moratinos (enviado especial de la UE para Oriente Próximo) a la cabeza, a EEUU para informarse del estado de las negociaciones. Barak tiene previsto dejar hoy Sheperdstown, seguido mañana por Al Shara. Ambos deberían regresar a la mesa negociadora en los próximos meses, una vez que sus delegaciones hayan conseguido despejar obstáculos.

Los grupos de trabajo encargados de los asuntos más delicados, fronteras y agua, empezaron a reunirse ayer por primera vez, confirmó el portavoz del Departamento de Estado, James Rubin. Otros dos comités, los de seguridad y normalización de las relaciones, ya se entrevistaron una vez el pasado miércoles. Los jefes de tres de estos cuatro grupos se reunieron de manera informal el sábado por la noche para marcar el fin del día de descanso, por el shabat judío, y el fin del ramadán musulmán. Ellos serán los que se queden a trabajar en Sheperdstown.

El sueño del presidente

Clinton espera poder apuntarse este último tanto en el proceso de paz en Oriente Próximo antes de terminar su mandato, y sueña con otra ceremonia en los jardines de la Casa Blanca (emulando el histórico acuerdo entre palestinos e israelíes de septiembre de 1993) quizá para este verano.

Pero el camino promete ser arduo. El pasado viernes, el presidente entregaba a los negociadores un documento de trabajo de siete páginas que enumera los principales puntos de desacuerdo entre las dos partes. Las conversaciones entre sirios e israelíes habían alcanzado entonces un punto muerto, después de apenas cuatro días de trabajo.

El documento, que ha sido especialmente bien acogido por la delegación siria, recoge la postura de Damasco sobre el principal escollo de las negociaciones: la retirada israelí de los altos del Golán, ocupados desde 1967. Los estadounidenses piden un repliegue siguiendo las fronteras de la Guerra de los Seis Días. No propone una contraoferta israelí.

Hasta ahora, Israel se ha negado a hablar de una retirada sin antes abordar los acuerdos de seguridad y reparto del agua, una vez que la meseta estratégica que domina buena parte del norte del país y el 30% de sus reservas acuíferas vuelvan a manos sirias. También quiere tratar primero la normalización de las relaciones entre Damasco y Tel Aviv.

Clinton, Albright y Berger han querido crear en esta histórica localidad de Virginia un entorno a la vez discreto y cordial, al estilo de las negociaciones israelo-egipcias de Camp David en 1979, o las más recientes entre israelíes y palestinos de Wye en 1998, para tratar de acercar a dos países, pero sobre todo a dos viejos enemigos: Barak y Al Shara.

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