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Lagos renueva su estrategia electoral con el apoyo de figuras del mundo de la cultura

El candidato socialista a la presidencia de Chile centra su campaña en la televisión

La carrera por la presidencia chilena, que se decidirá en segunda vuelta el próximo día 16, se ha convertido en una lucha cerrada entre los dos candidatos -el socialista Ricardo Lagos y el representante de la derecha pinochetista, Joaquín Lavín- por lograr hasta el último voto. Lagos ha cambiado de estrategia, renovando la propaganda y el eslogan de campaña -ahora es " Chile mucho mejor" en lugar de "Crecer en igualdad"- e incorporando a numerosas personalidades del mundo de la cultura. Pero, de momento, los sondeos reflejan un empate entre los candidatos.

Tras el virtual empate entre ambos en la primera vuelta celebrada en diciembre -Lagos se impuso por 31.000 votos al lograr un 47,95% y Lavín llegó a 47,51%- ambos se han lanzado a la caza de los llamados votos blandos del adversario, aquellos que se consideran susceptibles de convencer, y del poco más de un millón de votos entre aquellos que se abstuvieron, anularon o votaron en blanco.Quien ha renovado más sus filas internas ha sido Lagos. Reforzó su equipo de campaña con la incorporación de la ex ministra de Justicia Soledad Alvear, una figura emergente de la Democracia Cristiana, autora de la reforma procesal penal para instaurar el juicio oral en Chile, con el fin de conquistar el voto femenino, donde Lavín le superó por cinco puntos. Además, cambió la estética, eslogan y su propaganda en televisión, que quedó en manos del sociólogo y experto en comunicación Eugenio Tironi, dejando de lado la línea de atacar a Lavín y desnudar el intento de camuflar su pinochetismo, concentrándose más en las propias fortalezas de su candidato.

El cambio se ha notado sobre todo en los espacios de propaganda televisiva realizados por el cineasta Ricardo Larraín, director de la película La frontera. Con una música parecida a la del plebiscito de 1988, para recordar el épico triunfo en las urnas de los demócratas sobre el entonces dictador Augusto Pinochet, y numerosas imágenes de chilenos de diferentes clases sociales -hasta de militares y carabineros- que muestran alegría, aprovechando el apoyo abrumador hacia Lagos de la mayoría del mundo artístico y de la cultura, la campaña televisiva del candidato socialista busca infundir optimismo. Era la inyección que necesitaban las filas oficialistas después del inesperado ascenso del voto de la derecha.

Entre los militantes de los partidos de la coalición gubernamental casi no hubo tiempo para las recriminaciones mutuas: encabezados por Lagos y Alvear, miles de personas en todo el país, en un grado de movilización que no se veía desde 1988, visitan a diario a familias en los sectores de bajos ingresos donde más subió el voto a la derecha, en un trabajo de convencimiento "persona a persona", vital en una situación de finanzas escuálidas porque apostaban a un triunfo en primera vuelta.

Lavín, por su parte, ha introducido sólo modificaciones menores en su estrategia electoral, que la derecha pinochetista evalúa como un éxito, pues por primera vez desde 1958 tiene una posibilidad real de llegar a la presidencia a través de unas elecciones democráticas. Con más recursos que en la primera vuelta y una propaganda abrumadora, Lavín se ha limitado a incorporar más la imagen de su familia y especialmente de su esposa, María Estela León, en la propaganda de televisión.

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La consigna de Lavín, "Viva el cambio", se ha convertido en una apelación: "Únete al cambio". En un recorrido maratoniano, planea visitar unas setenta ciudades antes del 16 de enero. Y sus mensajes apuntan especialmente a los que se abstuvieron, votaron nulo o en blanco. La derecha, con el palacio de La Moneda al alcance de la mano, se juega el todo por el todo para ganar la presidencia: un eventual triunfo le permitiría en cierto sentido blanquear su complicidad con la dictadura. Pero cualquiera que sea el resultado, muchos sienten que la derecha ya triunfó al lograr que la presidencia se dirima en segunda vuelta, aunque pierda el próximo domingo.

A siete días de la votación, no hay encuesta que tenga validez cuando la distancia que separa a Lagos y Lavín es menor que el margen de error. Este empate, que quizá sólo se rompa con los votantes comunistas, a quienes su partido dijo que "comprenderá" si votan por Lagos, es probablemente la herencia más pesada que dejan los 17 años de dictadura y los nueve de una democracia que nunca ha sido plena.

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