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Una bañera con el grifo abierto y sin tapón

Miquel Alberola

El Bloc Nacionalista Valencià (BNV) obtuvo 102.700 votos en las elecciones autonómicas de junio de 1999, mientras que en la anterior convocatoria, en mayo de 1995, había logrado 64.253. El aumento de 38.447 votos situó al partido a las puertas de las Cortes Valencianas, con un porcentaje del 4,6% sobre el voto emitido, resultado que no sacudía al partido su condición extraparlamentaria pero que desató entusiasmos de victoria entre sus dirigentes. Sin embargo, los datos encerraban una preocupante tendencia: la formación no retenía parte del voto tradicional. Para empezar, el BNV había comparecido ante las urnas como una "opción decisiva" que se había marcado unos objetivos, contenidos en los documentos de su sección de estrategia y calificados como "pronóstico cierto", que pasaban por lograr el 6,5% de los votos, lo que se traducía en cinco diputados y evitaba "la victoria absoluta del PP". En la dirección de este propósito apuntaba el sondeo de la empresa ITEM para Tele 5, que auguraba para los nacionalistas un 5% del voto válido y una estimación de escaños entre dos y cuatro.

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Los cálculos del partido habían sido elaborados en base a una participación electoral del 72%, en cuyo marco obtendría el 6,5%, con 155.500 electores que se decantarían por esta opción, situándose en 119.600 votos la barrera legal. Con ellos, el BNV podía decantar la mayoría hacia el PP (44 + 5 = 49) o hacia el PSPV, junto a Esquerra Unida (34 + 6 + 5 = 45), según le conviniese. Dentro de estos objetivos mínimos para superar la barrera del 5%, el partido se había impuesto alcanzar en la circunscripción de Alicante 39.258 votos, 66.862 en la de Valencia y 13.436 en la de Castellón. Por el contrario, sólo pudo amarrar 26.977 en la de Alicante y 61.503 en la de Valencia, mientras que en la de Castellón sobrepasó con 14.220.

Se había quedado a 16.856 votos de traspasar la barrera (pero a 52.756 de cumplir sus propias previsiones de conseguir el 6,5%). Sin embargo, la participación fue del 67,8%, lo que comportó una abstención superior al 30%, típica de las elecciones europeas y sólo igualada en las municipales de 1979. Este escenario favorecía aún más sus posibilidades, puesto que daba un efecto dioptría al porcentaje de los resultados obtenidos, haciéndolo más vistoso de lo que en realidad había sido. Sobre censo, sólo había crecido del 2,1 al 3,1%.

No obstante, el BNV había incrementado sus votos, puesto que en los comicios de 1995 había obtenido 64.253. Ahora bien, sus posibilidades, más allá de la oportunidad del mal momento que atravesaban sus contrincantes, eran mayores. En 1995 sólo había concurrido el partido Unitat del Poble Valencià, mientras que en 1999 esta formación se protegía en el paraguas del BNV, que aunaba a otras agrupaciones escindidas, como el Partit Valencià Nacionalista, a la vez que integraba a Els Verds, partido que con sus votos intensificaba en un punto el porcentaje electoral habitual de los nacionalistas.

El BNV había incrementado sus votantes en aquellos lugares donde se había producido un claro retroceso de sus competidores inmediatos, el PSPV y EU, como es el caso de Valencia, donde la opción ganaba 5.964 votos, que en gran parte aportaban Els Verds, o en comarcas como L"Alacantí, La Safor o La Vall d"Albaida, en las que el voto joven irrumpió con fuerza, pero en cambio retrocedió en L"Alcalatén (-56), La Plana Baixa (-206) y El Vinalopó Mitjà (-806), y se hundió en plazas tradicionales como Alzira (-12), Alcoy (-21), Elche (-194), Sagunto (-604), Gandia (-1.912), Monòver (-1.076), Algemesí (-25), Dénia (-223), Burriana (-772) o Castellón (-2.476).

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Asimismo, el partido había reducido sus candidaturas en comarcas proclives al nacionalismo, como son los casos de L"Horta Sud, La Ribera Alta, La Marina Alta o El Vinalopó Mitjà, restringiendo sus posibilidades de mantener la fidelidad de un chorro de votos tradicionales que se escapa hacia otras opciones de centro izquierda.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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