Renovarse o morir

Ya de antiguo sabemos que hay que renovarse o morir. Y que si no evolucionamos al ritmo de los tiempos nos pasará como al camarón que se duerme: la corriente se lo lleva. Pero tampoco hay que precipitarse en el ánimo de renovación, y, sobre todo, ser cauteloso y prudente a la hora de hacerlo. Mejorar, innovar, pero conservando.Me pregunto si la prudencia ha estado presente en unas negociaciones llevadas a cabo entre el Casino de Madrid y un club de golf que ofrece a los socios de aquél unos servicios no muy bien definidos a un coste que, a todas luces, nos parece desproporcionado a muchos que al efecto hemos comentado el contrato.

Una cuestión como ésta, que compromete gravemente los intereses presentes y futuros del Casino, debe ser estudiada muy detenidamente y no ser despachada como un trámite más de la contabilidad, dada su incidencia presupuestada.

Por no conocer detalladamente los pormenores del convenio firmado con el club de golf, no puedo exponer mi juicio, favorable o adverso, pero en lo que discrepo es en la forma con que la junta directiva lo presentó a la general, dando la sensación de que nada había que debatir al estar ya aquélla decidida a la firma, contando con los votos que, reglamentariamente pero no moralmente, suele esgrimir a la hora de verificarse la votación.

Creo que en el caso que nos ocupa, la misma directiva debió haber sido más explícita, más abierta y más transparente, para que los asistentes a la junta general en que debía debatirse la oportunidad de tal convenio tuviesen un cabal conocimiento de los términos del mismo.

¿Y qué conocimiento tuvieron quienes delegaron el voto a favor de los propios miembros de la directiva? ¿Acaso fueron informados debidamente de ello, una vez utilizadas las delegaciones? ¿Lo saben hoy?-