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Tres tristos traumesDe Pasqual Alapont. Intérpretes, Joan Fabrellas, Joan Carles Rosselló, Jordi Verdú. Dirección, Pasqual Alapont. Sala Moratín. Valencia.

La referencia -en el título del espectáculo- a la novela de Cabrera Infante sirve de bien poco, lo mismo que el pretexto burdamente psicoanalítico de la obra de Alapont. Algún día podrá hacerse el recuento de los daños causados por los imitadores locales de Woody Allen y su propensión al chiste fácil -judío o gentil, qué importa- de raíz vienesa, para hacerse querer con sus ocurrencias de manual. Hay otros acreditados modelos de comedia cinematográfica -Billy Wilder, por ejemplo, o Preston Sturges- que no necesitan del recurso a la autocompasión dicharachera para mostrar sus poderes. Pero se ve que ese remedo es más difícil, y que la otra comedia resulta más accesible a su legión de imitadores.Fuera de eso, una interpretación que no hace sino insistir en los aspectos farsescos de una historia mil veces vista y sin otro interés -pronto defraudado- que comprobar lo que el autor puede hacer con un material de esa clase, añade poca cosa a un montaje que quiere ser simpático, diría yo que navideño a costa de los peregrinos traumas ajenos, aún a expensas de una trama hecha de coincidencias y muy poco verosímil (¿habrá que repetir que el neoyorkino del clarinete se ocupa sobre todo de alimentar la verosimilitud, aunque resulte estomagante muchas veces?) y de una predisposición lastimera que poco tiene que ver con la comedia de altura. Por lo demás, ya va siendo hora de desdeñar esos productos que no tiene otra cosa que ofrecer que la supuesta complicidad con el espectador a fuerza de reproducir de manera mecánica argumentos lastimosos que han encontrado en otros muchos autores -más bien anglosajones- el cénit de su talento.