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FÚTBOL

Los nacionalistas culpan a la Federación de los incidentes de Montjuïc

Convergència Democràtica (CDC) y Esquerra Republicana (ERC) atribuyeron los incidentes que envolvieron el partido que la selección catalana jugó el pasado jueves en Montjuïc a fallos en el plan de seguridad que desplegó la Federación Catalana de Fútbol, organizadora del encuentro. Miembros de CDC culparon a la federación de no ejercer un mayor control en los accesos al estadio olímpico para evitar la entrada de bengalas, banderas y botellas de vidrio.

La Delegación del Gobierno, por el contrario, discrepó de esta tesis al elogiar el esfuerzo de los promotores, ya que doblaron el número de vigilantes y policías -unos 500 el jueves- respecto al año anterior. Todos los partidos políticos, sin excepción, condenaron los altercados y los desvincularon de su deseo explícito de que las selecciones catalanas -el único partido que está en contra es el PP- sean reconocidas internacionalmente.Vallas arrancadas, hogueras, sillas y una quincena de banderas españolas quemadas. La policía levantó acta de lo sucedido y la remitirá a la Comisión Antioviolencia. El citado organismo abrirá un expediente y, con toda probabilidad, multará a la federación. Hace un año, por incidentes parecidos, se fijó una multa de dos millones de pesetas que, tras varios recursos, posiblemente quedará reducida a uno. El castigo, por el agravante de la reincidencia, se prevé mayor.

El fútbol se quedó mudo en la segunda parte en Montjuïc en el encuentro amistoso Cataluña-Yugoslavia (1-0). El partido quedó eclipsado por una ola de violencia desatada en el fondo norte que mereció la repulsa de la mayoría de espectadores (43.700). Muchos, acongojados, renunciaron a ver el final del partido. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, abandonó el estadio profundamente molesto -"han hecho daño"- y el consejero de Cultura y Deportes, Jordi Vilajoana, en caliente, afirmó que si el público no era capaz de comportarse con civismo se debería replantear la continuidad del partido. Ayer matizó: "Quizá habría que tomar más medidas de seguridad. No podemos tolerar que una minoría reviente una fiesta ya tradicional". El Camp Nou acogerá el encuentro de la selección del próximo año coincidiendo con el centenario de la federación.

Todos los partidos censuraron los incidentes y los acotaron a una minoría. Fue ese también el discurso del presidente de la Federación Catalana, Antoni Puyol -"fueron sólo un grupo de rufianes"- y el del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch, que señaló que eso sucedía en la mayoría de acontecimientos deportivos. La autocrítica vino, esta vez, desde las filas de ERC y CDC. Ernest Benach, diputado independentista, criticó que no se hubieran adoptado las mismas medidas que en un partido del Espanyol. Fuentes de CDC, que calificaron a los provocadores de "adolescentes", realizaron una crítica feroz en el filtro al estadio, custodiado por guardas de seguridad y supervisado en algunos puntos con el apoyo de la policía.

La federación catalana, responsable, por ley, de la seguridad del partido, desplegó un plan con 500 agentes. La Delegación del Gobierno consideró suficiente el dispositivo. La policía sólo tenía la misión de evitar incidentes antes y después del partido, en el camino hacia el estadio, y ayudar a la seguridad privada si se producían altercados en las gradas. Los Mossos no pueden asumir la vigilancia al no estar desplegados en Barcelona.

Antes del encuentro, la policía ya sabía que Montjuïc acogería a extremistas que habían viajado desde Arbúcies, Mataró, Reus, Manresa e Igualada. Los agentes observaron en el estadio a miembros de la Plataforma Unitària d"Acció (PUA), que participaron activamente en los incidentes del barrio de Sants, el último 12 de octubre. En el lado opuesto, en el Gol Sur, se concentraron miembros de los Boixos Nois, grupo de seguidores radicales del Barça. Pese a la gravedad de los incidentes no se practicó ni una detención.

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