Epístola farcida
Para nuestros antepasados fue hoy el primer día laboral del año. A fin de modernizar y cristianizar a la vez el calendario, Pere II de València el Ceremoniòs firmó una pragmática en Perpinyà -Perpignan, pour monsieur l"expréfet Bonet- el 16 de diciembre de 1350, estableciendo que perpetuament la Navidad celebrase el fin de año, per ço que la dita Nativitat de Nostre Senyor en memòria sia hauda e encara foragitats idus, nones i calendes. Desde entonces, se adoptó el sistema seguido de días del mes, como se hace aún. Descanso y tregua de gran festividad -post festum, pestum-, es un refrente al aumentar la presencia solar: "Per sant Esteve, creix el dia un pas de llebre".La catedral de Valencia, poseedora de les barres i un queixal de sant Esteve Proto-màrtir, solemnizó la diada, en que los devotos lanzaban monedas con furia a la bandeja por la lapidación de "El Coronado", Stephanos. Y, todavía conserva, archivada -no se les ocurre restaurarla-, una reliquia de gran importancia cultural, L"Epístola Farcida de sant Esteve, un texto del siglo XIII, auténtica joya cantada, alternativamente, revestidos y desde el púlpito, por diácono y subdiácono. Decaía el latín y había que incluir paráfrasis en la lengua del pueblo, que se elevaba; nuestro idioma entra, por primera vez y dignamente, en la liturgia -¿quién se lo iba a decir a la seu tan castellanizante ella ahora?-. Además, por su nacimiento y desarrollo entre ceremonias, su recitación y canto dialogado y el hecho de buscar la comunicación con los fieles, la convierten en un testimonio del momento en que la Iglesia, que había condenado el arte dramático por pagano, recupera sus ingredientes para catequizar; es pues, un embrión, un brillante antecedente del teatro religioso medieval valenciano, tan glorioso.
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