El jefe militar del Cáucaso asegura que controlará Chechenia en tres semanas
Rusia controlará toda Chechenia antes de tres semana, según el jefe de las tropas del Cáucaso Norte, general Víktor Kazántsev, que en declaraciones recogidas por el diario del Ejército, Estrella Roja, da ya por ganada la batalla de Grozni y no duda de que el triunfante broche final a la campaña se pondrá en la zona montañosa del Sur y el Este de la república rebelde; una de las claves es impedir que la frontera con Georgia sea un coladero por el que los boievikí [combatientes chechenos] puedan huir o recibir ayuda.
"Toda la llanura central de Chechenia está bajo control de las tropas rusas", asegura Kazántsev, convencido de que Grozni caerá pronto como una fruta madura, igual que ocurrió con Gudermés (la segunda ciudad de Chechenia) o Urús Martán, donde no hubo asalto final, sino huida de los guerrilleros cuando la situación se hizo desesperada y la defensa de sus posiciones imposible."Los bandidos", señala el general, "se han puesto nerviosos, han minado los edificios y esperan que los carros de combate entren en la ciudad, pero no vamos a pelear a su estilo". Es decir, que se intentará evitar lo que ocurrió la Nochevieja de 1994, cuando blindados y soldados rusos fueron cazados como conejos con lanzadores de granadas anticarro en combates callejeros.
Ni siquiera los mandos chechenos dudan de que Rusia ganará la primera fase de la guerra. Su superioridad en efectivos humanos es al menos de cinco a uno y mucho mayor en armas y equipos. Más difícil de creer es que la impresionante maquinaria bélica rusa consiga un control total y efectivo del territorio y evite una larga guerra de guerrillas. Eso es lo más probable, en opinión del presidente de Ingushetia, Ruslán Aushev, que clama por una solución política, la única que cree que puede ser duradera. El muftí [autoridad religiosa] checheno, Ajmad Kadírov, aliado ruso, pidió conversaciones para que callen las armas, seguidas de elecciones y un referéndum sobre el futuro de la república.
El propio Kazántsev reconoce que "una parte de sus tropas se quedará en el territorio checheno de forma permanente", lo que anticipa una ocupación militar muy costosa y punteada de bajas. Incluso en territorio liberado, el control militar está lejos de ser absoluto, sobre todo cuando cae la noche y los soldados se repliegan a las afueras de los pueblos y las ciudades. Es entonces cuando se dejan ver los boievikí, que duermen de día y marchan de noche y que, según fuentes chechenas, son capaces de traspasar con suministros esenciales el cerco sobre Grozni.
Muchos civiles rusos
La artillería rusa seguía machacando ayer la ciudad, en la que quedan unos 2.000 guerrilleros que, según el primer ministro ruso, Vladímir Putin, "tienen las manos manchadas de sangre". Según Aushev, por otra parte, hay también 25.000 civiles, muchos de ellos rusos y, en su mayor parte, ancianos, enfermos, mujeres y niños. Pocos se atreven a utilizar los corredores humanitarios. Prefieren aguantar en los sótanos el diluvio de bombas.
Los carros de combate están apenas a media hora del centro de Grozni, algunos de cuyos barrios periféricos ocupan ya las tropas federales, además del aeropuerto civil. Esos 30 minutos pueden marcar la distancia entra la vida y la muerte, como se demostró hace cinco años. Si los guerrilleros no pueden huir y se ven abocados a librar batalla hasta el último hombre, las bajas rusas pueden dejar pequeñas las de los últimos tres meses.
Bislán Gantamirov, jefe de la milicia chechena prorrusa, aseguró ayer que 1.500 de sus hombres luchan codo a codo con las tropas federales y se disponen a tomar la ciudad y limpiarla de guerrilleros en el plazo máximo de una semana. Según este antiguo alcalde de Grozni, al que Borís Yeltsin indultó y sacó de la cárcel, donde cumplia condena por robo de fondos estatales para Chechenia, parte de la capital ha sido conquistada ya por las tropas federales. Se refiere probablemente a dos barrios periféricos y al aeropuerto civil. Kazántsev insiste en que no habrá asalto frontal para reducir al máximo la cifra de bajas.
En declaraciones a la agencia rusa Interfax, el presidente checheno, Aslán Masjádov, negó algunas informaciones que indicaban que había dado orden de retirarse hacia las montañas a todas sus fuerzas. "Están haciendo su trabajo", señaló, y en el caso concreto de Grozni "hay un plan definido para defender" la ciudad y "cada comandante tiene instruccions precisas" que cumple a rajatabla. Las tropas federales, dijo, han sufrido bajas muy elevadas, que se están ocultando, en los combates que se desarrollan en las afueras de la ciudad. Si es necesario, concluyó, los guerrilleros podrán romper el cerco. Es lo que hicieron en 1996, cuando el Ejército ruso logró al final la conquista de Grozni en la primera guerra ruso-chechena.
Crisis con Georgia
La guerra ha provocado una grave crisis entre Rusia y Georgia, cuya frontera con Chechenia es vía de escape de los boievikí y por la que, según Moscú, reciben refuerzos y suministros. El presidente del Parlamento de Tbilisi, Zurab Zhvania, aseguró ayer en una sesión de emergencia de la Cámara que Rusia "desafía la soberanía y la independencia" de su país. Poco antes, el Ministerio de Exteriores se lamentaba de que Moscú no reconozca los bombardeos esporádicos en su territorio, el último de ellos el pasado martes. Rusia lo niega y dice que la única amenaza para Georgia procede de los "terroristas" chechenos.
Kazántsev asegura que entre 100 y 250 guerrilleros han montado un campamento en Georgia, cerca del pueblo fronterizo de Shatilí. Según el general, Shamil Basáyev ha encargado a su lugarteniente, el saudí Jatab, que recupere con su legión extranjera el control de la estratégica carretera de Itum-Kalé, que une Chechenia con Georgia. Paracaídistas rusos cortaron ese pasillo vital hace días.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.