Avales, avales
Hace 15 días abrí una tienda de papelería-librería-despacho de prensa en la zona de Pueblo Nuevo-Quintana, de Madrid.Por razones de limitaciones presupuestarias, mi establecimiento sólo cumple, por ahora, las dos primeras propuestas del enunciado. No puedo permitirme, de momento, aportar los, quizá, desproporcionados avales que los distribuidores de prensa exigen, lo que es una verdadera pena, puesto que el local reúne, por su situación, condiciones sumamente prometedoras para la venta de periódicos y revistas, ya que los quioscos más cercanos se encuentran todos a más de dos manzanas de distancia y se trata de un barrio muy densamente poblado.
Contaba con que, una vez abierta la tienda, uno de los dos bancos con los que trabajo comprendiera la idoneidad del local y se prestara a apoyarme ante los distribuidores. No ha sido así. La tienda y sus existencias no les bastan; para avalar, exigen otro aval: avalista que avale el aval, hasta un infinito incomprensible.
Durante esta semana estoy siguiendo un cursillo de venta-atención al cliente organizado por el Imade, donde se nos enseñan técnicas de ventas que, todas, están impregnadas de los sistemas inventados por los estadounidenses, lo que me inspira a diario la siguiente cuestión: en el país cuya cultura tradicional creó el refrán "el buen paño en el arca se vende", ¿cómo pueden aplicarse conceptos empresariales norteamericanos sin imitar la conducta crediticia de los bancos de aquel país, donde financian sin demasiadas pejiguerías operaciones de "riesgo"?
Es decir, los bancos estadounidenses aceptan financiar ideas y los nuestros financian sólo por la tercera o cuarta parte de lo que uno les entrega como garantía.
Con frecuencia publican ustedes noticias sobre los grandes beneficios que nuestros bancos, progresivamente, obtienen cada año. La pregunta pertinente es: a cambio de tan, en ocasiones, escandalosos beneficios, ¿están ayudando los bancos a la evolución del país?-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.