Acuerdos
Me parece improbable que con el 51% de mí mismo pudiera eliminar al 49%, también de mí, que no soporto. A veces, la mano izquierda y la derecha no se ponen de acuerdo en una actuación venérea, por ejemplo, y aunque la derecha representa el 51% de las dos, pues me falta un dedo de la izquierda, al final ésta se lleva el gato al agua. Y no es que mis manos no sean demócratas de toda la vida, pero cuando los resultados de una votación son así de ajustados, intervienen consideraciones de otro tipo que exigen saber álgebra, además de sumar. Por otra parte, el dedo ausente (perdido en una discusión absurda por ver qué mano sostenía el clavo y cuál el martillo) tiene, pese a no existir, una autoridad moral muy superior a la de la aritmética, de modo que su influencia resulta por lo general determinante. Las cosas, en fin, son más complejas de lo que piensa Arzallus desde su caserío. Él mismo se pasa la vida hablando en castellano pese a que el 98% de sus neuronas quisiera hacerlo en euskera. Podría arrancarse las neuronas minoritarias, pero es dudoso que eso mejorara la situación.Además, y puesto que la realidad no es absolutamente simétrica, el 51% viene a ser la mitad de todo. La mitad no puede imponer sus criterios al conjunto, aunque se trate de la mitad poseedora del hígado, que es una bomba. Cuando las fuerzas están así de equilibradas, lo saludable es negociar. A veces, hablando, se da uno cuenta de que esas dos partes en apariencia antagónicas funcionan, después de articuladas, con la precisión de un reloj. Siendo usted, Arzallus, tan aficionado a las quimeras, parece mentira que no haya reparado en la existencia, pongamos por caso, del centauro, que constituye un ejemplo de alianza en el que ninguna de las dos mitades ha intentado imponer su naturaleza a la otra.
O la del basilisco, ese animal que procede del convenio colectivo entre un reptil y un gallo de corral. Usted se pone a menudo hecho un basilisco, de manera que mírese en el espejo y tome nota de cómo se relacionan sus porcentajes entre sí cuando le da el ataque. Si el 49% de un ave ha logrado sobrevivir al 51% de una serpiente, todo es posible. Lo que hace falta es buena voluntad.
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