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La guerra y la presión del Kremlin dañan las opciones electorales de Primakov y Luzhkov

Dicen los expertos en demoscopia que los sondeos de opinión no son demasiado fiables en Rusia, pero que eso no significa necesariamente que sean manipulados, sino que los votantes cambian de opinión tres veces al día. Algo de eso debe haber cuando, en apenas tres meses, una guerra, la aparición de un partido del Kremlin, Unidad, y el juego sucio contra otra rama del partido del poder, Patria-Toda Rusia (PTR), han dado un vuelco a la intención de voto. El principal cambio es la caída en picado de PTR, el bloque puesto en pie por el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov.

Luzhkov cuenta no obstante con el apoyo de influyentes líderes regionales y ha captado para su partido al popular exprimer ministro Yevgueni Primakov.Al contrario que en las legislativas de diciembre de 1995, o que en las presidenciales de junio-julio de 1996, las elecciones a la Duma (Cámara baja del Parlamento) de este domingo no ofrecen la opción clásica entre reformistas y comunistas, o entre poder y oposición, sino entre dos ramas del partido del poder, aunque pocos duden de que los comunistas serán la fuerza más votada. Es tan difícil o más hallar diferencias esenciales entre Unidad y Patria-Toda Rusia, que se mueven por difusos territorios del centro y el nacionalismo, sin definiciones políticas claras y sin pretender un cambio de régimen, como entre republicanos y demócratas en EEUU. Ni siquiera una campaña como ésta en la que vale todo basta para marcar las distancias ideológicas.

Más que un cambio de política, está en juego un relevo en la cúpula dirigente. Más que la disputa de 450 escaños en la Duma, se trata de un ensayo de las presidenciales de junio del 2000, ya que el poder en Rusia no se encarna en el Parlamento, sino en el Kremlin. Con esta perspectiva, Borís Yeltsin y su entorno, llámese familia o corte de los milagros, se resisten como gato panza arriba a entregar las riendas del negocio.

Eso podría hacer peligrar el delicado engranaje de privilegios y de reparto de la tarta estatal que está en el origen de muchos de los males que hoy afligen a Rusia. Incluso se teme una revancha que podría terminar con varios peces gordos respondiendo en los tribunales por los abusos de los últimos años.

Patria-Toda Rusia es la alternativa, desde dentro del sistema, al actual equipo dirigente y a los oligarcas del petróleo, la industria, la banca y los medios de comunicación que lo sostienen y puede que hasta lo dirijan. Su motor principal es Luzhkov que, desde la alcaldía de Moscú, se ha creado una sólida base de poder y al que se le hacen los ojos chiribitas al pensar en el Kremlin.

Su idea con vistas a la galería es el nacionalismo, incluso defendiendo la rusicidad de Crimea y muy especialmente de Sebastopol, base de la Flota del mar Negro. Su proyección hacia el conjunto del país es la alianza con influyentes líderes regionales, incluido el gobernador de San Petersburgo, Vladímir Yákovlev, y el presidente de la República de Tatarstán, el musulmán Mintimer Shaimíyev. Su golosina para el electorado es Yevgueni Primakov, el ex primer ministro que, hace tres meses, era indiscutible favorito para convertirse en presidente y que deseaba ajustar cuentas con un Yeltsin que se deshizo de él de forma ignominiosa. Primakov encabeza la lista de PTR, Luzhkov es el número dos, y Yákovlev, el tres.

Esta poderosa alianza parecía en condiciones de desafiar, incluso, a los comunistas por la supremacía en la Duma. El acoso y el juego sucio del Kremlin han cambiado, sin embargo, tan drásticamente el panorama que PTR ni siquiera es favorito para quedar en segundo lugar, tras los comunistas. Las encuestas ponen por delante del tándem Luzhkov-Primakov a esa invención del Kremlin que se llama Unidad, encabezada por el ministro para las Situaciones de Emergencia, Serguéi Shoigú, y que se beneficia de la cobertura estatal y de la marcha de la guerra en Chechenia y acoge también a varios líderes regionales. Parece una copia clónica y tardía de Patria-Toda Rusia, donde se tiene la impresión de que les entró un ladrón en casa a plena luz del día, les desvalijó y encima les denunció a la policía.

Promesa utópica

Ante tal presión del Kremlin, la defensa es débil. Luzhkov convocó para el martes una manifestación masiva en Moscú, pero sólo sirvió para convencer a los ya convencidos. Su promesa de llevar ante los tribunales a quienes han saqueado el país sonó a utópica. Poco antes, había asegurado que el abuso del juego sucio significa que la democracia ha muerto en Rusia.

En cuanto a Primakov, amenaza con retirar el apoyo al Gobierno y aliarse con los comunistas en la próxima Duma. ¿Con qué objetivo? El de hacer caer al Gobierno en enero con una moción de censura. Yeltsin no podría disolver entonces la Cámara, al menos con la Constitución en la mano, que garantiza a los diputados un año sin amenaza de despido.

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