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SALVADOR COMPÁN ESCRITOR "La literatura intenta redimirnos de la imperfección"

Una visión imaginaria que llegó a convertirse en obsesión llevó al escritor jiennense Salvador Compán a descubrir qué se escondía detrás de esa visión, de esa obsesión. El resultado es una novela "granadina", ambientada en el Albaicín, con otro escritor, Ángel Ganivet, como uno de los protagonistas. Un trozo de jardín, II Premio de Novela Ciudad de Badajoz, ha sido editada por Algaida. La obra es "una novela de pasiones" en la que el autor explora los límites de los sentimientos.Pregunta. Un trozo de jardín es una intriga con amor.

Respuesta. Sí, más que de amor es una novela de pasiones. Son personajes que viven distintos modos de deseo, un deseo que como casi siempre nunca llega a buen puerto. Hay elementos de intriga, sobre todo uno, que es el germen de la novela: el hecho de descubrir qué hay detrás de un trampantojo, una pintura que es una trampa para el ojo y que produce una ilusión óptica, en un carmen del Albaicín. Otro elemento es el robo de obras de arte. Es además y, sobre todo, una novela granadina. El personaje de Ángel Ganivet y su personalidad están documentados a través de sus textos autobiográficos (Los trabajos de Pío Cid) y los ensayos sobre su vida y su obra.

P. Qué tiene ésta en común con sus dos obras anteriores?

R. El tema del amor está presente tanto en ésta como en El Guadalquivir no llega hasta el mar y Madrugada. Me interesa indagar en los personajes que viven en el límite de los sentimientos, al borde de la pasión. La primera fue una pasión social, la de un grupo de anarquistas; la segunda investigaba la pasión oscura, la venganza, y la tercera, la pasión amorosa.

P. ¿Qué le interesa al escribir?

R. No me interesa reflejar una cotidianidad grisácea. La literatura tiene que explorar los conflictos, la ruptura de esa realidad cotidiana.

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P. ¿Qué le inspiró la trama?

R. Una dama del siglo XIX en un trampantojo. Era una visión, imaginada, no real, que me llevó a obsesionarme y a descubrir qué había detrás de esa obsesión. Se me antojó verosímil un amor con un personaje tan granadino como Ganivet.

P. ¿La literatura es para usted un medio para redimir obsesiones?

R. Podría serlo en la medida en que la literatura intenta redimirnos de la imperfeccción, de la soledad, de los aspectos más negativos de la realidad. La literatura puede filtrar y corregir al mundo. Hay un tipo de libros que refleja un mundo corregido, autónomo, donde todo está equilibrado, pero hay otros que son una herramienta para levantar las llagas y descarnar la realidad. En mi novela están los dos mundos: trato de mostrar un mundo perfecto que se malogra y la realidad con todos sus desequilibrios y desencuentros, su desamor.

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