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Desesperar

El enfrentamiento entre la Junta y el Gobierno no beneficia a nadie. Lo saben ambos y sin embargo no superan una situación que cierra cada vez más la posibilidad de diálogo entre ambas instituciones.Por supuesto que los asuntos que han provocado el absoluto desencuentro entre la Junta y el Gobierno son lo suficientemente importante como para haber merecido la atención del Ejecutivo central, pero a pesar de las peticiones de diálogo hechas por el presidente Chaves al presidente Aznar, éste se ha negado sistemáticamente a tratar sobre el reconocimiento del censo real, la financiación autonómica, etcétera, lo que ha endurecido la estrategia de la Junta de Andalucía, provocando una respuesta del Gobierno cada vez más subida de tono, hasta llegar a los excesos verbales del secretario general del PP, Javier Arenas, defensor de la actitud cerrada del Gobierno, al extremo de acusar al presidente andaluz de situarse fuera de la Constitución.

La razón en el contencioso que mantienen la Junta y el Gobierno es, sobre todo, de la mayoría de los andaluces, que opinan que no lleva a ninguna parte y lo deben superar en beneficio justamente de los andaluces. En esa línea podría estar la propuesta del presidente Chaves que anoche en Madrid, en el Club Siglo XXI, propuso crear un mecanismo institucional, "eficaz y automático", que asegure, al "margen de coyunturas políticas y de posiciones partidistas", el diálogo y la interlocución del presidente del Gobierno con los presidentes autonómicos y de éstos entre sí. Sólo es posible superar situaciones de atasco, haciendo propuestas que superen lo particular y prevean lo general. En esa línea parece ir la propuesta del presidente andaluz que cree injusto que la posibilidad de diálogo dependa de una decisión unilateral.

La propuesta es interesante y merecería la atención y el empeño, no sólo del Gobierno, sino de los presidentes de las comunidades autónomas. Como la costumbre nos tiene hechos a la desesperanza -sobre la aceptación de una propuesta de un político de un partido por parte de otros políticos de otro partido-, es posible que por necesario que sea el diálogo, que lo es, y por interesante que sea la propuesta, que lo es, se quede en poco o nada. Y mientras tanto seguimos esperando. O desesperando.

MARÍA ESPERANZA SÁNCHEZ

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