Otra sesión de nada de nada
El Atlético gana y elimina al Wolfsburgo tras un partido malo y aburrido
Otra noche insorportable en el Calderón, otro dolor de muelas. Otra sesión de nada de nada, de ese misterioso fútbol sin pelota que predica Ranieri a gritos y practica el Atlético sumisamente en silencio. Sin testigos presenciales, eso sí, que el preparador italiano ha conseguido con sus teorías dejar el Calderón sin gente. Sumen el frío de una noche de diciembre en Madrid y una eliminatoria casi resuelta a un equipo de Ranieri, y verán un estadio vacío, la ecuación es inapelable.El Atlético se metió en la siguiente ronda de la Copa de la UEFA, pero más por la poca talla del Wolfsburgo que por los méritos propios. En realidad, el conjunto rojiblanco camina erguido por Europa sólo por el estado esquelético en el que se ha quedado esta competición tras el crecimiento masivo de la Liga de Campeones. Porque todavía no ha encontrado rivales. Pero su fútbol sigue siendo aburrido, flojo, hueco.
ATLÉTICO 2
WOLFSBURGO 1Atlético:Molina; Gaspar (Chamot, m.75), Gamarra, Santi, Gustavo; Paunovic, Bejbl (Hugo Leal, m.46), Baraja, Solari; Correa y Hasselbaink (Philipauskas, m.46). Wolfsburgo: Reitmaier; Kryger, Biliskov, Ballwanz (Wück, m.49), Thomsen (Banza, m.46); Maltritz, Nowak, Dammeier, Weiser, Akonnor; y Juskowiak. Goles: 1-0. M.4. Correa remata cruzado y raso al palo y Hasselbaink empuja a la red el rechace. 1-1. M.56. Molina derriba a Wück en una salida en falso. Akonnor marca el penalti. 2-1. M.86. Correa gana el área por rapidez y remata fuerte con la izquierda. Árbitro: Irvine (Irlanda del Norte). Mostró tarjeta amarilla a Molina y Weiser. Unos 1.200 espectadores en el Calderón. Vuelta de la tercera ronda de la Copa de la UEFA. Clasificado el Atlético por un global de 5-3.
No hay futbolistas en el Atlético, no hay tampoco un equipo detrás. Es un desierto, un puro solar. Un conjunto menor, muy menor, que sobrevive simplemente por Jimmy Hasselbaink, un tipo que no necesita de compañía para ganarse los goles. Que va a lo suyo, a agarrar un balón suelto, perfilarse y disparar. A veces, los gestos de Hasselbaink, sus trallazos, cuentan aritméticamente tanto como una buena tarde de juego. Y confunden al Atlético, que cree que su situación actual no merece corrección alguna. Ranieri no sólo ha dormido al equipo y a la afición, también al presidente, que observa el desaguisado con una paciencia infinita, desconocida. Que respalda al entrenador, que huye de los nuevos fichajes.
Ayer, Hasselbaink, esta vez vestido de oportunista, dejó del todo sentenciada la eliminatoria a los seis minutos. Tomó la decisión de acompañar una excelente maniobra de Correa, que reapareció muy rebajado de kilos, y el holandés surgió por el sitio justo para empujar a la red el rechace del poste al remate del uruguayo. Desde el 1-0 no hubo más noticias del Atlético.
Al Wolfsburgo también le costó hacerse notar. Tardó todo un tiempo en conseguirlo. El primero lo dedicó a atacar sin punta al Atlético, que le regaló la posesión y le concedió una jornada tranquila llena de balones largos inofensivos y despejes al patadón. A descubrirle sus carencias, pero sin arañar. El segundo, ya con Wück en el campo y sin Hasselbaink en él, el conjunto alemán lo destinó a dejar en evidencia a la zaga rival, a sacar nuevamente a flote el mayor contrasentido actual de los rojiblancos: si Molina, un portero con capacidad para abarcar un tercio del campo, es titular, ¿qué demonios hace jugando ahora escondido bajo el larguero?
Mientras Ranieri y el guardameta explican el misterio, el Atlético no hace otra cosa que recibir goles. Ayer encajó uno, de penalti, consecuencia de una salida tardía del portero ante una arrancada de Wück desde muy atrás. El gigante alemán repitió el movimiento varias veces, pero el Atlético ya no recibió más goles. Todo lo contrario: un tanto de Correa, al final, consiguió disimular con una victoria el enésimo tostón del Atlético.
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