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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La derecha francesa

CADA VEZ que la derecha francesa conjuga el sustantivo rassemblement, agrupamiento, es porque se divide. El mes pasado, el ex ministro del Interior gaullista Charles Pasqua ya fundó un Rassemblement pour la France (Agrupamiento por Francia), que para lo que ha servido es para dividir al partido oficial del gaullismo, naturalmente, otro rassemblement, pero en este caso Por la República. Este partido, el RPR, elegía el sábado por primera vez en su historia a una mujer para presidirlo, Michele Alliot-Marie, cuya preocupación suprema ha de ser la de que no se le escapen más militantes, tras una campaña en la que el principal derrotado ha sido el preferido del presidente Jacques Chirac, también gaullista.La derecha francesa parece hoy un acerico. De un lado está el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, del que se separó su segundo, Bruno Mégret, en busca de mayor respetabilidad que la que permite su patibulario líder, aunque sin atraerse por ello más que a una tropilla de xenófobos con corbata; en alguna zona del limbo se halla el grupito de Philippe de Villiers, católico bastante preconciliar y patriota profesional; luchando por el espacio está el citado nuevo partido de Pasqua, que viene a ser el Gaullismo bis; el propio RPR, que difícilmente puede llegar hoy al 15% del electorado, y, finalmente, la coalición que fundó Giscard, la UDF, que, pese a no llevar agrupamiento alguno en el nombre, también ha sufrido su escisión.

Todo ello, pese a que no parece bueno para la estabilidad de un sistema basado en la mayor o menor alternancia entre socialistas y la asociación de RPR y UDF, la derecha democrática, no dejará de tener, sin embargo, efectos positivos: como la virtual atomización del FN, al que se da por seguro que Pasqua arrancará importantes bocados. Si luego Alliot-Marie logra hacer volver al redil al intempestivo ex ministro, hasta podría resultar provechosa tanta escisión, que, por otra parte, tampoco inquieta demasiado a Chirac. Si el presidente opta a un segundo mandato, contará con el apoyo de todos los gaullismos, y, por tanto, piensa, cuantos más, mejor.

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