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LA CRÓNICA Aeropuerto 99 GUILLEM MARTÍNEZ

El puente sobre el río ay. Hace 25 años de lo del puente aéreo. Son chorrocientos vuelos y 35 millones de viajeros facturados. O como se diga. Eso supone todo un récord en la historia de los puentes aéreos. Que, por cierto, tienen unos precedentes un tanto yuyus. De hecho, a) el primer puente aéreo es una idea de la aviación nazi para transportar a los malos desde el Protectorado de Marruecos -hoy reino hermano-, a España -hoy reino suegra-, durante el Francis Franco Spanish Tour 1936-1939. Por otra parte, b) el único puente aéreo comparable al Puente Aéreo en frecuencia y en tonelaje de carne transportada es el que los americanos diseñaron para abastecer a Berlín cuando el bloqueo soviético, en tiempos del Is only guerra fría but I like it. Si uno compara el Puente Aéreo con sus precedentes a) y b) puede llegar a pensar que el Puente Aéreo, Madrid-Barcelona y, ya puestos, la vida, a veces no va tan mal, aunque ése sea nuestro deber y el de, snif, la vida. Con esta frase acabo de hacer una meditación sobre la vida a costa del Puente Aéreo, que es de lo que va esta crónica. Es más, lo que aquí sigue son meditaciones realizadas en el Puente Aéreo -que son 25 años- sobre la vida -que son cuatro días-.Una rosa es una rosa pero no es una rosa. Barcelona. Primera hora. De pronto llega el primer contingente de chicos y chicas de Madrid. Un ejecutivo ocurrente ha decidido que, para celebrar cualquier cosa, la compañía regale hoy a los pasajeros una rosa. Mientras los chicos y las chicas de Barcelona vemos lo que la compañía se propone hacer con nosotros, los chicos y chicas de Madrid avanzan con la rosa en la mano. Las señoras y señoritas llevan la rosa cogida con una manita como si, en efecto, se tratase de una rosa. Los caballeros cogen la rosa como si fuera un botijo, y caminan con cara de ojalá en vez de una rosa me hubieran dado un donut, que uno se lo come y a otra cosa, mariposa. De esos dos posicionamientos ante una rosa se deduce que los hombres y las mujeres tienen diferentes posicionamientos ante la vida. Verbigracia: cuando un hombre decide establecer una relación con una mujer lo hace pensando que esa mujer nunca cambiará, mientras que cuando una mujer decide establecer una relación con un hombre lo hace pensando que ese hombre algún día cambiará. Lo dramáticamente divertido del tema es que ambos se equivocan. Páselo.

Sé que te quiero / y sé que me quedan muchos aeropuertos. Un hombre saca su móvil y lee algo en su pantalla y se sonríe para adentro, como los conejos. Se trata de un mensaje de amor. Canta. El servicio de mensajes de texto telefónicos, de hecho, sólo se utiliza para comunicarte con quién no quieres hablar y para todo lo contrario, es decir, para propagar mensajes de amor. Esos mensajes de amor en pleno Puente Aéreo iluminan el concepto del amor: el amor, en un móvil, es un mensaje que borras a los pocos segundos, pero que decides creer prolongadamente. Algo que, en todo caso, da la razón a Ovidio y su popular llenapistas "Iuppiter ex alto periuria ridet/amantium". Traducción libre: aluego no te quejes, pollo.

El terror es el miedo a no tener lugar. La aviación es socialdemócrata. Es decir, que viajar en un avión es caro, pero todos parten y llegan a la vez. No obstante, en el Puente Aéreo, el único vuelo donde los asientos no tienen reserva, se crean momentos de tensión en el momento del embarque. Hay cierta agresividad. La agresividad es miedo. Aquí y en Lima. El miedo es no saber cuál es tu sitio. En este caso, es saber que no tienes un sitio claro en el avión. Gracias al Puente Aéreo, algún ejecutivo de alguna ETT tiene oportunidad de comprender al currito de una ETT. O, incluso, la de comprender al señor o la señora del asiento de al lado.

Intercambio de información. Uno de los chollos del Puente Aéreo es la información que los barceloneses y los madrileños vierten sobre sí mismos. Gracias al Puente Aéreo, si uno coge uno de los últimos vuelos desde Madrid, puede acceder al ABC o a La Razón, que son los últimos diarios que quedan. Al ojearlos, el barcelonés que así lo quiera podrá comprender un poco más esa región de la inteligencia que ilumina la vida y obra de personajes tan distintos como Aznar, Ansón, Lorenzo Sanz. O Roberto Alcázar. Pero en el Puente Aéreo también se observan paralelismos entre dos ciudades. Así, las chicas de Barcelona van por la vida y por el Puente Aéreo con medias oscuras, mientras que las de Madrid lo hacen con medias claras. Parecen dos tendencias radicalmente diferentes, pero quizá ilustra una convergencia radical de Barcelona y Madrid, que tal vez sean así dos ciudades donde, glups, impera el miedo a ser diferente.

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