Divorciada, católica y vasca
Mam tiene 53 años pero está en plena forma. Dos días a la semana hace jogging y cada mañana 20 minutos de gimnasia. No bebe ni fuma, no tiene hijos y vive con su hermana.Su padre, Bernard, ya se dedicó a la política después de haber jugado al rugby y ella también jugó a rugby antes de meterse en política.
Buena estudiante, doctora en Derecho y en Ciencias Políticas. Se casó a los 24 años con un hombre mucho mayor que ella y el matrimonio fue un desastre. "No soy rencorosa pero tengo buena memoria".
Con su aspecto de burguesa que no sabe de sinsabores, Mam tiene buenos motivos para ser rencorosa.
Respecto a Juppé, que no la quiso respaldar como candidata y que tampoco la quiso como ministra; respecto a las otras mujeres del RPR que intentaron hacerle sombra -ella siempre ha creído que ser mujer en el RPR era una ventaja mientras hubiese pocas y las necesitasen como floreros-; respecto a Chirac, que no ha creído en ella hasta que ha ganado.
Alcaldesa de San Juan de Luz, vasca pero ajena a toda reivindicación nacionalista, Mam va a misa todos los domingos y dice sonriendo y pensando en Charles Pasqua que "siempre hay un lugar en el paraíso para el pecador que se arrepiente".
El problema es que el RPR es hoy lo menos parecido que hay al paraíso y no es seguro que ella logre amansar un nido de víboras.
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