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La nueva presidenta de los gaullistas quiere acabar con las corrientes internas

Michèle Alliot-Marie, Mam para sus flamantes admiradores, es la primera mujer al frente de un partido político en Francia. Ha conquistado el cargo gracias a su audacia -nadie creía que llegase a presentarse candidata- y a su prudencia -ha sabido aparecer como alguien al margen de las distintas y enfrentadas familias gaullistas-. Su victoria ha sido tan clara -62,7% de los votos frente a los 37,2% de su rival, Jean-Paul Delavoye- como secreto sigue siendo hasta ahora su programa.

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Divorciada, católica y vasca

Durante la primera vuelta de los comicios internos, los candidatos eliminados -Patrick Devedjian y François Fillon- encarnaban el liberalismo y la fibra social del gaullismo y ambos representaban también la autonomía del partido respecto a la presidencia de la República, respecto a Chirac, el hombre que fundara el RPR (Agrupación para la República) hace exactamente 26 años.Alliot-Marie ha heredado la práctica totalidad de los votos de esas dos tendencias. Hay que suponer, pues, que la nueva presidenta del RPR tiene una gran capacidad de síntesis y de reconciliación.

Alliot-Marie se ha guardado muy mucho de desvelar a quién piensa nombrar secretario general del RPR, pero se sabe que dicho nombramiento no debe recaer ni en Fillon ni en Devedjian para evitar una nueva guerra con el Elíseo.

Porque ése es el problema del cargo y del RPR, un partido creado para hacer ganar al hoy presidente Jacques Chirac, pero que ahora pierde precisamente porque no puede existir al margen de Chirac.

Alain Juppé, hasta junio de 1997, manejó el partido como un segundo servicio de prensa del Gobierno y de la presidencia y perdió las elecciones legislativas. Philippe Séguin luchó durante casi dos años para que el RPR pudiera hacer la política que le interesaba al partido y no la que le conviene al presidente Chirac y perdió las regionales. Le sucedió en el cargo Nicolás Sarkozy, que nunca obtuvo la confianza del Elíseo, y fue defenestrado tras la catástrofe electoral de las últimas europeas.

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Capacidad de mando

La capacidad de mando de la nueva presidenta del RPR tendrá dos piedras de toque: la "convención" gaullista de la próxima primavera y la designación de candidatos para las municipales del 2001. La "convención" debe servir para reunificar las familias del gaullismo, renovar el ideario y, sobre todo, para desactivar el RPF (Agrupación para Francia), recién creado por el antiguo ministro del Interior Charles Pasqua.

El RPF ha arrastrado entre 10.000 y 15.000 nostálgicos del nacionalismo gaullista y atrae también a los desengañados del Front National.

El RPF, como en su día el Frente Nacional, tiene el poder de dividir y de hacer perder a una derecha que, unida, sería mayoritaria. Alliot-Marie tiene ahí una especie de misión imposible.

Respecto a las municipales, la prioridad pasa por hacer desaparecer del panorama político al actual alcalde de París, Jean Tiberi, el más impopular de Francia, pero también por lograr que esa desaparición no suponga que Tiberi quiera vengarse revelando secretos desagradables para Chirac y el RPR.

La democracia interna puede servirle a Mam para descabalgar a Tiberi, pero no está claro que baste para silenciarle.

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