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Santiago

LUIS ÁNGEL HIERROLa verdad es que si de algo tiene carencias el que suscribe es de conocimientos sobre cine. De hecho, los mismos apenas me permiten poco más que apreciar los efectos especiales y algo la fotografía; no obstante, todavía alcanzo a poder valorar lo que transmite o intenta transmitir una obra cinematográfica, que en definitiva es lo que cualquier director pretende conseguir de su público.

Como tal público, el pasado sábado me senté ante el televisor para ver una nueva serie que, a bombo y platillo, nos habían anunciado durante toda la semana, al amparo de rostros hollywoodienses y bajo el aviso de ser la última gran producción de televisión en España. Me refiero a la serie emitida por Antena 3 con el título de Camino de Santiago.

Tal como he dicho, no pretendo hacer una crítica cinematográfica, porque ni tengo conocimientos ni el lector lo merece, pero desde luego la obra merece más que un comentario crítico por el conjunto de detalles burdos que contenía. Vimos a un actor llamando a su secretaria y diciendo textualmente: "Llama a información de Telefónica y consigue el número...". Vimos a una actriz en el papel de fotógrafa que en su tiempo libre fotografía capiteles que le "hacen pensar que en este mundo falta algo" (religioso, por supuesto). Vimos a una actriz utilizando el término de lengua vascuence para referirse al euskera. Vimos una propaganda descarada de diseñadores gallegos, que por cierto no necesitan de teleseries-nodo para promocionarse chabacanamente. Tal fue el cúmulo de propaganda burda que cualquier comentario quedaría corto para tan impresentable intento de la alianza Villalonga-Fraga de resucitar el catolicismo nacionalista castellano, a la par que se hace propaganda de Telefónica y Galicia.

Miedo da pensar qué serie harían si el título fuese Camino de El Rocío. Seguro que aparecíamos todos con el sombrero cordobés y el traje de gitana, con centenares de pobres pidiendo por nuestras esquinas y con jornaleros gastándose el subsidio de paro en vino en las tabernas. Eso sí, mientras tanto, todos pagando al monopolio de la telefonía local para que con lo que cobra de más compre televisiones en Argentina, pague a sus directivos con cantidades multimillonarias y haga propaganda como la que vimos el sábado.

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