Cuidadoras

Leo con atención el artículo de Adela Cortina en EL PAÍS del pasado 23 de noviembre sobre La extinción de la mujer cuidadora. Yo no las denominaría cuidadoras, sino santas. En muchos hogares existía una "santa" que apechugaba con todo lo que la echaban. Cuidaba de la prole -a menudo numerosa-, de padres y suegros mayores y hasta de la tía soltera que vivía en casa de toda la vida, amén de aguantar las más de las veces la actitud de un marido machista. Pero llegó finalmente el día en el que la mujer advirtió que tenía cerebro perfectamente desarrollado y que a menudo daba sopas con honda a muchos chicos del colegio, y hasta algunas afortunadas constataron lo mismo en la universidad. Y he aquí que el chollo de tener una santa en casa a pleno rendimiento se va extinguiendo.La mujer, al tener acceso a la cultura y la educación, no quiere ya cargarse ella solita con el trabajo sucio de la casa. El hombre, algunos hombres, ve estupefacto cómo las mujeres ganan terreno y se siente, cuando menos, incómodo. Otros, más educados y realistas, aceptan el hecho como algo natural. Aún queda mucho camino por recorrer; tendremos que erradicar del discurso de las propias mujeres el verbo "ayudar" para designar tareas que realiza el hombre en el hogar. Todos los hombres, mujeres, niños, jóvenes y viejos podemos conseguir un mundo más armónico en el que la corriente afectiva sea primordial en nuestro entorno; pero que ese afecto fluya de cada uno de nosotros, de todos y para todos, que no sea siempre la misma persona la que lo dé todo a costa de un esfuerzo a veces titánico. Habrá que aprovechar también los recursos que el Estado pone a nuestro alcance para que la tarea de sacar adelante una familia no resulte agotadora.- . .