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ETA ROMPE LA TREGUA

ETA exige el "impuesto revolucionario" al tiempo que rompe su alto el fuego

ETA envió una nueva remesa de cartas solicitando el impuesto revolucionario a empresas del País Vasco y Navarra en la última semana de noviembre, casi al tiempo que anunciaba su decisión de dar por finalizado su alto el fuego, según han confirmado a este periódico medios empresariales directamente afectados y que no ocultan su preocupación por la nueva situación, a la vez que reconocen sentir de nuevo el peso de la amenaza.

Según las citadas fuentes, al menos una treintena de empresarios han reconocido ante sus correspondientes patronales haber recibido, hace poco más de una semana, la carta extorsionadora. El dato permite deducir que la campaña ha sido en esta ocasión tan masiva como otras anteriores, incluso en situación de tregua, y que se han cifrado en más de un centenar aunque por la propia delicadeza del problema -afecta a sentimientos íntimos e incontrolables- sigue existiendo una enorme reserva y resulta imposible cuantificar su verdadero alcance.Mediante un texto escrito íntegramente en euskera y rubricado con el sello de la organización terrorista, ETA exige a estas empresas de Euskadi y de Navarra unas cantidades económicas que oscilan entre los 12 y los 15 millones de pesetas. Son cifras parecidas a las exigidas en las anteriores ocasiones, incluso durante el periodo de 14 meses de tregua en los que ETA ha seguido enviando periódicamente cartas exigiendo el impuesto revolucionario.

La gran diferencia que los receptores han podido apreciar en la reciente misiva es que ETA no precisa cómo deben proceder para establecer contacto con la organización con el fin de formalizar el pago exigido. Hasta ahora se indicaba a los receptores que debían ponerse en contacto con los habituales y tradicionales medios vascos. Una alusión que se ha eliminado y que deja en suspenso esta vez.

Los medios empresariales citados atribuyen a la imperiosa necesidad de dinero que parece acusar la organización armada esta nueva campaña de extorsión, que coincide con su decisión de volver a utilizar la violencia para tratar de imponer sus condiciones políticas. Tampoco ha dejado de recurrir a este viejo método -lo practica desde hace 30 años- durante el periodo de tregua, aunque se desconoce si su capacidad de extorsión se había visto disminuida en este tiempo, una posibilidad que se considera completamente real entre los sectores empresariales, conocedores del tema.

Esta nueva campaña de ETA ha sembrado, por tanto, la preocupación en los ámbitos económicos vascos y navarros, que vuelven a sentir el peso de la presión y la amenaza sistemática. Del mismo modo que la han sufrido estos últimos años, ya sea como consecuencia de las remesas de cartas exigiendo el impuesto que ponía en marcha periódicamente la maquinaria etarra o por el impacto que producía en su mundo cada vez que ETA secuestraba a un empresario.

ETA incluso ha utilizado el miedo que se implantaba en los empresarios cada vez que ejecutaba un secuestro para activar campañas de cobro del impuesto, como lo hizo en el último caso, el de José María Aldaya.

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La organización terrorista ya precisó en el comunicado en el que se declaró en tregua indefinida que no incluiría en este concepto las acciones destinadas a su propio abastecimiento. Esta advertencia puso en guardia a los expertos policiales sobre la posibilidad de que ETA siguiera haciendo acciones destinadas a conseguir el dinero que necesita para mantener su estructura.

De ahí, que la hipótesis de un secuestro con fines económicos haya sido constantemente barajada en medios policiales como la más probable a la hora de estudiar los modos en que ETA rompería la tregua indefinida.

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