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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Esa asquerosidad

En un reciente concierto de Paco Ibáñez el cantautor vasco se refirió al fútbol como "esa asquerosidad". No sé si sorprendentemente, pero en todo caso mereció una de las mayores ovaciones del público presente en el teatro. Aquella noche Paco Ibáñez se hizo portavoz de una minoría creciente de españoles que observamos atónitos cómo la importancia de este antes deporte y ahora jugoso negocio va en aumento, de forma directamente proporcional a la mengua de la capacidad intelectual de su creciente número de fervorosos seguidores.Hoy día el fútbol mueve tal cantidad de millones que lo de menos es el deporte, los resultados o la gente que vaya a los estadios. El fútbol está financiado por las audiencias de televisión, que son las que pagan. Y detrás de estas audiencias están los espectadores españoles que se tragan sin ningún criterio cualquier cosa que sea susceptible de terminar en gol. ¿Quién está detrás de este fabuloso negocio y qué consecuencias está teniendo para el españolito medio?

Las dos respuestas son sencillas a la vez que preocupantes: los medios de comunicación son los grandes interesados en este auge desmedido. ¿En qué cabeza cabe y qué podemos esperar de un país cuyo periódico más vendido, que dobla en tiraje al primero de información general, sea un diario deportivo que dedica más de la mitad de sus ¡80 páginas! exclusivamente al fútbol? ¿Cómo es posible que entre Madrid y Barcelona se repartan cuatro periódicos deportivos que suman más de doscientas páginas diarias de fútbol incluso en días en los que la víspera no ha ocurrido absolutamente nada destacable?

¿Es de recibo que la mayor audiencia radiofónica se produzca en este país a partir de las doce de la noche en programas, siendo muy generoso, de perfil bajo y que llegan a durar hasta dos horas, en los que apenas se habla de deporte y mucho de ceses, fichajes, rumores, cotilleos, amiguetes y correveidiles?

¿Qué sentido tiene que las televisiones públicas, excelentes máquinas de malgastar y perder el dinero de los contribuyentes, pujen al alza por retransmitir partidos, incrementando de esa manera su déficit y encareciendo todavía más el producto?

¿Y quién toma las decisiones en este complejo entramado de derechos de imagen, retransmisiones, fichajes, competiciones europeas? ¿Gente específicamente preparada, con experiencia internacional, desapasionada, reconocida públicamente por su buen criterio? La sospechosa trayectoria y bochornosa conducta de buen número de los presidentes de los equipos de Primera División habla por sí sola.

Si preguntamos a alguien por la calle cuánto vale un euro, le pedimos que nombre un poema de Alberti (esto ya, para nota) o, como denunciaba un periódico hace unos meses, ¡que cite un par de países de África!, nos encontraremos con que de lo que realmente está enterado nuestro aleatorio interlocutor es de la lesión de hombro de Alfonso o del finiquito de Toshack. Por cierto, de quinientos millones de pesetas. ¿Cuántos libros se podrían comprar por esa cantidad? En todo caso infinitamente menos que los que se dejan de leer por culpa de esta asquerosidad en la que han convertido al fútbol.

¿La solución? Muy sencilla. Dejarlo poco a poco; ser mínimamente selectivo y darse cuenta de que conocer los resultados el lunes por la mañana le quita todo el misterio al asunto. ¿Por qué no hacer la prueba?- .

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