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Decenas de personas quedan sepultadas al caer un edificio por una explosión de gas en Austria

Sólo una mujer fue rescatada ayer con vida de entre los escombros de un edificio de tres plantas que quedó reducido a migas por una explosión de gas en la localidad austriaca de Wilhelmsburg, a unos 70 kilómetros de Viena. Para poder sacar a la mujer de entre las ruinas, los equipos de rescate se vieron obligados a amputarle una pierna. Una segunda persona fue rescatada con vida, pero falleció antes de llegar al hospital. Los equipos de socorro localizaron esta madrugada a un tercero, ya cadáver. Y albergaban escasas esperanzas de hallar a alguien más con vida.

Entre 20 y 40 personas quedaron sepultadas a consecuencia de la explosión de gas en Wilhelmsburg, una localidad de unos 7.000 habitantes. La perforación de un conducto de gas durante la instalación de un pararrayos pudo causar el siniestro.El edificio, de 12 viviendas, destruido hasta los cimientos, quedó transformado en un montón de escombros de unos cinco metros de altura y 25 metros de largo. "Primero se sentió una ola de presión, luego una inmensa detonación, inimaginable, y de inmediato una nube de polvo", dijo Wolfgang Denk, un empleado de una gasolinera cercana.

Un portavoz del ejército señaló que las posibilidades de supervivencia son mínimas, dado que al ser la construcción de ladrillos, no dejó prácticamente ningún resquicio de espacio vacío al precipitarse sobre sí misma. Los equipos de rescate, formados por unas 200 personas, entre miembros de la Gendarmería, del Ejército, de la Cruz Roja, con ayuda de perros y de grúas, consiguieron en las primeras horas sacar con vida únicamente a una mujer y su estado es muy grave.

La labor en medio de la noche fue ardua, con los perros desorientados por la humareda y el intenso olor a gas. A los equipos de rescate se les dio orden de retirar a mano ladrillo por ladrillo para evitar daños a las posibles víctimas. A las once de la noche se informó de que se habían escuchado algunas voces bajo los escombros, pero resultaba todavía muy difícil llegar hasta las personas que estaban sepultadas bajo masas de ladrillos. Esas voces quedaron horas después como sólo un espejismo.

Aunque entrada la noche se desconocía aún el número exacto de víctimas, se suponía que a la hora del accidente, poco antes de las siete de la tarde, muchos del medio centenar de habitantes de los 12 apartamentos se encontrarían ya en sus casas tras regresar de sus trabajos.

Según los vecinos, horas antes, varios bloques habían sido evacuados durante la tarde debido a un perceptible olor a gas. La evacuación incluyó a los niños de una guardería situada en el edificio. Pero pasado un breve intervalo, creyendo que se trataba de una falsa alarma o que el desperfecto había sido arreglado, todos regresaron bajo sus techos. Media hora más tarde se produjo la explosión.

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El jefe del Gobierno regional de la Baja Austria, Erwin Pröll, confirmó estas informaciones y explicó que por la tarde una empresa privada había estado en el edificio instalando un sistema de pararrayos. Se supone que en el curso de estos trabajos se perforó accidentalmente algún conducto de gas. Pröll lamentó, consternado, que sólo un milagro puede ayudar a que alguien sobreviva a esta catástrofe, una de las más trágicas en la reciente historia de Austria.

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