Jospin dialogará con los independentistas sobre el futuro de Córcega
El primer ministro francés, Lionel Jospin, recibirá próximamente a los ocho diputados regionales de Corsica Nazione, la coalición nacionalista corsa dominada por A Cuncolta Independentista, el brazo político del FNLC-canal histórico (Frente Nacional de Liberación Corso). En un giro táctico notable, Jospin ha invitado a todos los diputados regionales corsos a un encuentro oficial que pretende sentar las bases de un diálogo sobre el futuro político de la isla.
"Preséntenme sus propuestas y planteamientos; vengan a verme, pero no pensando en lo que yo vaya a decirles, sino en lo que ustedes vayan a comunicarme", indicó el primer ministro. La oferta fue aceptada ayer por los representantes de la coalición nacionalista corsa, que cuenta con el 17% de los votos en una población de 260.000 habitantes. Jean Guy Talamoni, portavoz de Corsica Nazione, advirtió al mismo tiempo que "el gesto de Jospin no tendrá continuidad si no conduce rápidamente a una discusión concreta sobre la economía, el desarrollo económico, la evolución institucional, la lengua y el reconocimiento del pueblo corso".
Hace sólo tres meses, durante la visita que cursó a Córcega, el jefe del Gobierno francés estableció como condición inexcusable para la apertura del diálogo la condena explícita a la violencia terrorista. Los diputados de Corsica Nazione siguen, desde luego, negándose a criticar las acciones terroristas, pero el viernes último se sumaron de manera excepcional a la corriente de rechazo y condenaron las dos bombas que estallaron a plena luz del día en edificios públicos de Ajaccio, la capital corsa, hiriendo a ocho personas.
Jospin ha optado por retomar la iniciativa, vista la deriva política de la situación corsa y ante la reciente aparición de un terrorismo de nuevo cuño, potencialmente más criminal. La debilidad de la movilización popular contra estos atentados, fruto de la desconfianza hacia las autoridades y de la decepción generada por el estilo y los modos del procesado ex prefecto (una especie de gobernador civil),Bernard Bonnet, ha terminado por convencer al Gobierno de París de la gravedad de la situación.
La apertura del diálogo con los diputados regionales corsos en general, y con los nacionalistas, en particular, se produce, por otra parte, en un momento en el que estos últimos se encuentran sumamente divididos sobre la oportunidad de la violencia, recelosos, quizá, de la trayectoria desestabilizadora que parecen decididos a marcar ese o esos nuevos grupos de activistas autores del asesinato, en febrero del pasado año, del prefecto de Córcega, Claude Erignac, y de los dos bombazos del jueves al mediodía.
Las explosiones, que pudieron muy bien ocasionar una matanza, han sido reivindicadas a nombre de Clandestinu, un título probablemente con el que seguir alimentando el enigma sobre la naturaleza y la personalidad de este grupo, supuestamente desmembrado del tronco original del FNLC.
"Si el Estado no hace rápidamente un signo de apertura, nos veremos obligados a actuar en suelo francés", amenaza el fantasmagórico Clandestinu en su comunicado, difundido con posterioridad a que el primer ministro cursara su invitación a los electos. Aunque fuentes socialistas apuntan que el Gobierno "no excluye una evolución estatutaria" en el caso corso, el encuentro de Matignon, que debe producirse en fechas muy próximas, tal vez antes del 15 de este mes, hay que inscribirlo como un tanteo preliminar.
Con su iniciativa, largamente solicitada por el presidente de la Asamblea corsa, José Rossi, dirigente de la UDF liberal, Jospin quiere también tomarle el pulso al conjunto de los diputados regionales de la isla, constatar cuándo hay de división entre ellos, hasta qué punto están dispuestos a colaborar para que el Estado de derecho vuelva a instaurarse en la isla.
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