_
_
_
_

La UE y México crean una zona de libre comercio que competirá con la norteamericana

Xavier Vidal-Folch

La Unión Europea (UE) y México llegaron ayer, tras doce meses de intensas negociaciones, al acuerdo sobre un texto de tratado de libre comercio entre ambas áreas. La zona de libre comercio empezará inmediatamente después de que los quince Gobiernos de la Unión y el Senado mexicano ratifiquen el pacto. Y culminará, puesto que el desarme previsto es progresivo, en el año 2007. "Es el acuerdo más amplio que jamás hayamos negociado", destacó el comisario de Comercio, Pascal Lamy. Y políticamente ambicioso, pues pretende contrarrestar la creciente hegemonía de EEUU en la economía mexicana.

El texto pactado incluye, además de las normas comerciales, otras sobre competencia, mercados públicos y servicios. "Es un buen negocio para ambas partes", concluyó Lamy. "Estamos satisfechos", dobló el ministro mexicano de Comercio, Herminio Blanco, orgulloso de representar al único país -además de Israel- que ha establecido sendas zonas de libre cambio "con los dos grandes mercados del mundo". Ambos subrayaron que lo acordado queda pendiente de ratificaciones.Pero es improbable que éstas produzcan problemas graves, porque la Comisión ha negociado "en estrecho contacto con los Gobiernos", destacó un miembro del equipo europeo, y la delegación mexicana "ha llegado a reunir simultáneamente en Bruselas hasta cien representantes de sectores económicos nacionales", subrayó Blanco. Ambos brindaron elogios al exvicepresidente Manuel Marín, quien formuló en 1995 la nueva política latinoamericana de la Unión.

Sin embargo, hubo algo lamentable en estos momentos en que se predica transparencia y proximidad al ciudadano. Los negociadores escamotearon tan importante texto a la opinión pública, escudándose en un extraño deber de cortesía para con los Gobiernos europeos y el Senado mexicano. De modo que la reconstrucción de las concesiones mutuas y los principales rasgos del acuerdo ha habido que realizarla mediante fuentes orales, siempre menos precisas que las escritas.

Lo fundamental es el desarme arancelario mutuo en el sector industrial, hasta llegar al nivel cero a final del septenio. La Unión abrirá inmediatamente el 80% de sus mercados a las exportaciones mexicanas; el restante 20%, desde el 2003. México corresponde con una apertura a las ventas desde Europa cercana al 60%. El restante 40%, desde el 2003, a un arancel del 5% -el 4% para algunas categorías de productos-, que descenderá paulatinamente para convertirse en cero desde el 2007. En este punto, los mexicanos hicieron las últimas concesiones, puesto que pretendían mantener un arancel transitorio del 8%, que convertía en anticompetitivas las exportaciones europeas (lastradas, además, por el coste del transporte) en comparación con las estadounidenses.

Liberalización comercial

El otro gran punto de discusión eran las "normas de origen", es decir, qué porcentaje del producto acabado se considera de origen nacional a los efectos de su liberalización comercial. La regla en la UE es un mínimo del 60%. Los mexicanos deseaban un 40%. Al final se llegó a soluciones caso por caso. Los europeos fueron flexibles en textil, calzado y aparatos eléctricos. En automóvil, se llegó a una fórmula muy compleja, cercana al 60%, pero matizándola en cuanto a los componentes. También ahí hubo concesiones de la UE.El sector agrícola queda tal y como ya se había pactado en anteriores sesiones negociadoras: se excluyen bastantes productos sensibles -como fresas congeladas, aguacates, zumo de naranja o leche en polvo- hasta una revisión parcial del acuerdo, que se realizará en el año 2003.

Con este pacto, ambas partes consideran que se "eliminan los obstáculos a nuestros exportadores", como coincidieron en destacar tanto Lamy como Blanco. Los mexicanos esperan un fuerte incremento de las inversiones directas extranjeras, que "se han triplicado ya" desde que México firmó en 1992 con EEUU y Canadá el Tratado de Libre Comercio (TLC) que cubre el subcontinente norte.

La Unión espera por su parte corregir la situación actual y lograr un "reequilibrio" de su posición en el mercado mexicano, muy deteriorada desde el TLC. A finales de los años ochenta, la UE representaba un 15% de las importaciones mexicanas, porcentaje que se ha rebajado hasta un 6%. Las exportaciones de la UE han pasado de totalizar en 1992 unos 11.000 millones de euros a sólo 3.700 millones este año. Por el contrario, EEUU ha doblado en el mismo periodo sus ventas destinadas al sur del Río Grande, y el 75% del comercio mexicano se desarrolla con sus dos vecinos del Norte. "Los europeos hemos perdido la mitad de nuestra presencia en México", resume un técnico de la Comisión.

Para Europa se trata, pues, de un intento de disputar a EEUU su creciente preeminencia en su patio trasero y de recuperar su atraso. Los negociadores destacan al respecto que el periodo transitorio del acuerdo alcanzado ayer es de sólo siete años, frente a los diez que contempla el TLC norteamericano.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_