Objetivo indiscreto
Dios dijo: amaos los unos a los otros. Y nosotros le respondimos: jefe, eso no siempre es fácil. Así que nos inventamos unas órdenes más sencillas de cumplir. Por ejemplo: reíos los unos de los otros. Llevamos siglos siguiendo a rajatabla esa consigna. Y a la que inventamos la televisión nos faltó tiempo para encontrar su plasmación audiovisual.Los norteamericanos se inventaron Candid camera, todo un exitazo en los años cincuenta, y los españoles respondimos con Objetivo indiscreto, que triunfó durante los años sesenta, gracias en gran parte a Simón Cabido, insuperable agente provocador que acabó saltando a la fama como compinche del cómico Juanito Navarro bajo el rutilante alias de Doña Croqueta.
Tierra, trágame, el nuevo programa de Antena 3 para la noche de los domingos, es una vuelta de tuerca al asunto de las filmaciones a traición. El presentador, Constantino Romero, ya dijo la noche del estreno que el espacio no pretendía descubrir la pólvora y que sólo aspira a que el personal se entretenga un rato con los bromazos audiovisuales que se le ofrecen.
Bromazos como:
1. Gente que sube a un taxi y se encuentra con que ha de compartir el asiento trasero con una especie de cadáver envuelto en sábanas.
2. Niños en el jardín de una casa jugando a la pelota. La pelota salta a la calle, un probo transeúnte la devuelve y los niños ponen en marcha una grabación de cristales rotos, con lo que parece que el pelotazo ha causado un estropicio.
3. Más niños. Más pequeños. Rodeados de muñecos de peluches. Uno de ellos, concretamente un osito, se pone a hablar. Reacciones variopintas de los tiernos infantes. (La mejor, la de uno que la emprende a bofetadas con el osito: ¡ese chico llegará lejos y cuando sea mayor se forrará con las opciones sobre acciones de Telefónica!).
4. Agencia de colocaciones artísticas. Una aspirante a stripper se despelota sin problemas ante el sorprendido muchacho que la está atendiendo.
Y así sucesivamente. Es evidente que no nos hallamos ante un programa de televisión innovador, pero también es verdad que comparado con el penoso nivel que es habitual en los productos de Gestmusic, Tierra, trágame se revela como una propuesta no especialmente nociva, en la que Constantino Romero logra insuflar cierta vida y cierto buen rollo. No esperábamos menos de alguien capaz de sobrevivir a La parodia nacional.
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