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Clinton acerca la paz a Grecia y Turquía

El presidente de EE UU apoya a Atenas en el conflicto del Egeo e impulsa una solución para Chipre

ENVIADO ESPECIALEl presidente norteamericano, Bill Clinton, concluyó ayer una breve pero tormentosa visita a Atenas con varios gestos de acercamiento a Grecia, el aliado más díscolo de la OTAN, y un llamamiento en favor del acercamiento greco-turco y de la estabilidad en el Mediterráneo oriental. Mientras, un inmenso dispositivo policial en la ciudad impidió con éxito manifestaciones antinorteamericanas como la de la víspera, pero provocó también un terrorífico colapso del tráfico en la ciudad que no le granjeó al presidente norteamericano más simpatías entre los atenienses.

Ayer Clinton quiso evitar que la visita quedara marcada por los incendios, saqueos y actos vandálicos en que degeneró una manifestación del Partido Comunista de Grecia (KKE) en contra de la visita del planetarca, como llaman al presidente no sólo los comunistas en Grecia. Tras sus conversaciones con el primer ministro, Costas Simitis, Clinton apoyó a Atenas en diversas cuestiones políticas. Así, por primera vez respaldó la tesis griega de solucionar el conflicto fronterizo con Turquía ante el Tribunal de La Haya y no en negociación bilateral, como desea Ankara. Agradeció también la nueva flexibilidad griega de poner fin a su veto a la candidatura de Turquía a la Unión Europea. Anunció, además, que intercederá ante el Gobierno británico para que éste devuelva los frisos del Parteón, también conocidos como los Mármoles de Elgin en recuerdo al aristócrata británico que a principios del siglo XIX se los llevó al Museo Británico, donde permanecen.

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Simitis, que ha dado un giro muy notable a la política griega durante su mandato, pidió a Turquía un gesto como respuesta al ya anunciado apoyo a la candidatura turca a la UE. "Pero Turquía sabe también que para que le ayuden los demás ha de ayudarse a sí misma".Clinton sabía que su visita había causado más problemas que beneficios al Gobierno de centro-izquierda de Simitis. Los intentos de la Casa Blanca de realizarla antes de la Cumbre de Estambul de la OSCE, con inasumibles condiciones de seguridad y coincidiendo con el aniversario de la matanza de la Politécnica de Atenas del 17 de noviembre de 1973, cuando la Junta Militar mandó a los tanques a aplastar una revuelta estudiantil causando decenas de muertos. Dado el hecho de que la junta tenía el apoyo de EEUU en aquellos años, el aniversario de esta fecha siempre se convierte en una manifestación antinorteamericana. De haber ido Clinton a Atenas en esas fechas, las imágenes de televisión del viernes habrían sido una broma, según convicción generalizada. Tres días de manifestaciones antinorteamericanas en Atenas no habrían cimentado más las relaciones que las menos de 24 horas que Clinton ha estado en Grecia.

El presidente norteamericano calificó a Grecia de "potencia económica de los Balcanes" y "el líder para la paz, la estabilidad y la prosperidad en el sureste de Europa". "No hay mejor forma de empezar el nuevo milenio que viendo cómo la Grecia moderna ayuda a concluir la revolución democrática que la antigua Grecia inició".

Clinton ya había hecho sus primeros gestos de aplauso a la política griega en Estambul, nada menos que ante la Asamblea Nacional turca, a la que recordó que "Grecia está también asumiendo riesgos en favor de la paz y reconoce como nunca que el destino de Turquía está en Europa". También allí recordó que, pese a las dificultades con su opinión pública por las relaciones históricas, religiosas y culturales con Serbia, Grecia había demostrado ser un aliado en la OTAN durante la crisis de Kosovo. Nadie esperaba que Simitis fuera a apoyarle en una cuestión que sólo puede hacerle perder votos en las próximas elecciones. Aunque últimamente se oigan voces críticas contra el presidente serbio, Slobodan Milosevic, la intervención armada contra su Ejército e infraestructuras es unánimemente condenada en Grecia.

Pero la cuestión que más ha intentado mover Clinton en su breve visita a Grecia ha sido el plan para buscar una fórmula para solucionar uno de los más graves y difíciles conflictos que susbsisten en Europa: Chipre. Hay muchos indicios de un tiempo a esta parte de que en Atenas y en Ankara se ha creado una situación favorable a la resolución del conflicto, que no tiene precedentes desde que hace 25 años Turquía ocupara el norte de la isla como respuesta a un golpe de Estado por parte de nacionalistas griegos. El próximo día 3 de diciembre se reúnen en Nueva York, y bajo los auspicios del secretario general de la ONU, Kofi Annan, los dos máximos líderes de las comunidades de la isla, Glafcos Clerides, presidente del Chipre griego, y Rauf Denktash, jefe del Estado turcochipriota, sólo reconocido por Turquía.

La candidatura de Chipre al ingreso en la UE; la de Turquía, que será previsiblemente aceptada en la Cumbre de Helsinki, y los nuevos movimientos de acercamiento entre Atenas y Ankara hacen pensar que el próximo año se puede lograr lo que ha sido imposible en un cuarto de siglo. Clinton tiene especial interés en que la solución al conflicto, que enfrenta a dos miembros de la OTAN y es un foco de inestabilidad crónica en un Meditarráneo oriental cada vez más importante estratégicamente, sea solucionado antes de concluir él su segundo mandato. Aunque la reunión de Estambul entre Simitis y el jefe del Gobierno turco, Bulent Ecevit, no fue sino "una buena toma de contacto" sin mayores resultados, las expectativas respecto a Chipre siguen creciendo, también porque tanto Grecia como Turquía parecen convencidos de que Clinton está dispuesto a asumir parte de los costes.

Clinton partió ayer para Italia, no sin sufrir antes un contratiempo. Minutos antes del vuelo se produjo una alerta de seguridad, pero el avión presidencial, el Air Force One, aterrizó en Pisa sin novedad.

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