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El asesino de la joven de Gràcia no pudo consumar la violación

El asesino de María Ángeles Chiván, la joven estudiante argentina de 21 años que fue muerta el pasado viernes en el barrio de Gràcia, no llegó a consumar la violación de la muchacha, seguramente por la resistencia que opuso la víctima. La autopsia a la que fue sometido el cadáver de la joven señala de forma clara que no fue violada. La mujer fue encontrada en la fría y solitaria madrugada del viernes tendida en la calle del Robí de Barcelona con ocho puñaladas en su cuerpo. La joven tenía los pantalones bajados.El desconocido asesino es posiblemente un hombre joven, de mediana estatura, que vestía un chaquetón oscuro y llevaba un bolso, seguramente el de la joven. Así fue descrita la persona que algunos vecinos, alertados por los gritos de socorro de una mujer, vieron huir a toda prisa del lugar del crimen. La policía piensa que, ante la fuerte resistencia de la chica, el asesino no pudo lograr su objetivo inicial: violarla.

El asesino asestó a la mujer ocho puñaladas con un cuchillo de cocina: cinco en la espalda -una de ellas mortal porque le atravesó un pulmón- dos en el pecho y otra en el abdomen. Esta última herida, según fuentes policiales, también era mortal.

El asesino arrebató el bolso a la joven y huyó del lugar de los hechos. Esta circunstancia hizo que el cadáver no pudiera ser identificado hasta avanzada la tarde del viernes, porque cuando la chica fue encontrada por los servicios de asistencia no llevaba ningún documento ni tenía ni fuerzas para decir quién era.

Encontrado el bolso

El bolso de la muchacha fue encontrado, ya por la tarde, por un vecino de Gràcia debajo de un coche aparcado a dos manzanas de donde se produjo la brutal agresión. Entonces se pudo saber que la joven asesinada a las 2.45 de la madrugada del viernes era María Ángeles Chiván, una muchacha argentina que llevaba 10 meses viviendo en Barcelona, compartía piso con unos amigos en el barrio de Gràcia, trabajaba en el Consulado de Argentina atendiendo al público, estudiaba segundo curso de Sociología en la Universidad de Barcelona y salía con un joven.

Los agentes del Grupo de Homicidios y de la Policía Científica encargados del caso analizan ahora minuciosamente todos los detalles y las pruebas y someten los indicios, por nimios que sean, a un exhaustivo y sistemático estudio. Del análisis del cuchillo, hallado en una papelera cercana al lugar del crimen, y de las huellas en el bolso puede salir la luz que guie la investigación.

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La policía, aunque en principio se inclina a pensar que el crimen tuvo un claro móvil sexual y lo atribuye a un violador que no conocía de nada a la víctima, no descarta ninguna hipótesis. El hecho de que la joven estudiante tuviera hasta ocho puñaladas en su cuerpo bien podría indicar un cierto grado de ensañamiento, circunstancia que es muy difícil que se dé cuando agresor y víctima no se conocen de nada y, por tanto, nada pueden reprocharse.

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