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La dura intervención de Fernández Díaz horas antes de votar a Pujol causa desconcierto en el PP

El presidente del Partido Popular de Cataluña, Alberto Fernández Díaz, buscó ayer el aval de la Junta Directiva de su formación a su estrategia de pactos con Convergència i Unió (CiU) que el martes facilitó la investidura de Jordi Pujol. El súbito cambio de actitud de Fernández Díaz, que en pocas horas pasó de la crítica frontal hacia Pujol a auparle con sus votos a la presidencia, causó perplejidad a no pocos dirigentes del partido, que no obstante guardaron silencio en la Junta Directiva. El grupo crítico Gavina Blava denunció que el apoyo del PP a Pujol es "gratuito" .

Los diputados del PP siguieron la sesión de tarde del debate de investidura del martes con un ojo en el plenario y otro en los pasillos, donde las negociaciones llevaban un ritmo frenético. Pero después de haber presenciado el agrio debate que por la mañana mantuvieron Jordi Pujol y Alberto Fernández Díaz, a ningún diputado conservador le pasaba por la cabeza que su líder regresaría a la Cámara justo antes de la votación con una consigna que les dejó atónitos: "Hay que votar a favor".Ayer, varios miembros de la cúpula del partido coincidieron en mostrar en privado su perplejidad por el tono empleado por Alberto Fernández. Fuentes del entorno del líder regional explican que éste creyó hasta el último momento que Pujol debería someterse a una segunda vuelta y subrayó en su discurso el enfrentamiento con el candidato. Varios miembros del grupo parlamentario conservador explicaron que en los debates internos sólo tres diputados -Ricardo Fernández Déu, Francesc Vendrell y Dolors Montserrat- habían defendido, con matices, la conveniencia de que el PP votara a favor de Pujol en la primera ronda.

"Parece que Alberto Fernández todavía no ha entendido por dónde soplan los vientos actuales", se lamentaba ayer un miembro de la ejecutiva regional, que no daba crédito al súbito viraje que el martes dio el grupo parlamentario del PP. El mismo dirigente considera que los titubeos son una prueba inequívoca de que el líder regional no estaba al corriente del estado real de las negociaciones.

A pesar del desconcierto, Fernández Díaz lanzó ayer una ofensiva para presentar el pacto como un "gran triunfo" y una demostración de la influencia del PP de Cataluña. El líder regional llamó a varios de sus colaboradores para explicarles personalmente las razones del sí y utilizó dos argumentos para presentar como un éxito todo el proceso negociador: que la decisión final la adoptó exclusivamente la dirección regional y que el PP había obligado a CiU a suscribir un documento conjunto. Esto, a su juicio, pone fin al "ninguneo", a pesar de que Pujol rehusó en todo momento entrevistarse con Alberto Fernández y en cambio conversó con otros dirigentes del PP como Javier Arenas y Josep Piqué.

Los colaboradores de Fernández Díaz atribuían incluso a la dureza del discurso del líder regional el éxito del pacto. Según esta tesis, Pujol adquirió consciencia de que el PP estaba dispuesto a abstenerse precisamente gracias al debate y, tras oír a Fernández Díaz, ordenó a los negociadores nacionalistas que adoptaran una posición más flexible con el PP.

En la Junta Directiva que el PP celebró ayer nadie alzó la voz para hacer notar algún tipo de descontento con las negociaciones y su resultado final. Al contrario: las pocas intervenciones que hubo fueron de felicitación hacia Alberto Fernández y su equipo.

Sólo Gavina Blava, la plataforma crítica que agrupa a ex concejales del partido y que apuesta por el retorno a la presidencia regional de Aleix Vidal-Quadras, criticó públicamente la actuación del PP ante la investidura de Pujol. Su portavoz, Josep Maria Rodríguez, lamentó que el PP había dado un apoyo "gratuito" a CiU. "El pacto demuestra que estamos en manos de Pujol", remachó.

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