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El nuevo terremoto deja casi 400 muertos y 3.000 heridos en Turquía

El frío reduce las posibilidades de encontrar más supervivientes

Cuando aún no se han cumplido tres meses desde la última catástrofe, Turquía se enfrenta de nuevo a las imágenes de heridos, escombros y equipos de rescate retransmitidas ininterrumpidamente por las numerosas cadenas de televisión del país. El seísmo, de 7,2 grados en la escala de Richter, que sacudió a las 18.57 del viernes la zona noroeste del país durante 20 segundos ha dejado un balance de al menos 393 muertos y 2.650 heridos. En una jornada marcada por 41 nuevos temblores, Hillary Clinton llegó a Ankara. Hoy lo hará su esposo.

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Gritos desde los escombros

Düzce y Kaynasli, localidades situadas a unos 250 kilómetros de Ankara y enclavadas sobre el extremo más oriental de la falla norte de Anatolia, han sido las más perjudicadas. Familias calentándose frente a los escombros en torno a improvisadas hogueras y calles convertidas en un amasijo de hierros y hormigón forman parte del desolador paisaje dejado tras el terremoto. Sin embargo, aunque la intensidad y duración de este nuevo seísmo son similares al ocurrido en la noche del 17 de agosto, el estado de continua alarma en el que vive la población ha contribuido a minimizar el número de víctimas.Muchos de los edificios de la zona dañados por otras sacudidas se encontraban vacíos en la tarde del viernes y numerosas familias continuaban alojadas en tiendas de campaña instaladas en el jardín de sus casas. A ello hay que añadir, según destaca la prensa local, la rápida respuesta proporcionada en esta ocasión por parte de las autoridades civiles y del Ejército, que desplazó inmediatamente a la zona siniestrada seis batallones destacados en localidades próximas y tres helicópteros militares.

El ministro de Asuntos Exteriores, Ismail Cem, anunció ayer que se esperaba la pronta llegada de numerosos equipos de ayuda procedentes de los países vecinos. Aunque varias decenas de personas han podido ser extraídas de entre los escombros, las bajas temperaturas y el paso de las horas reducen las posibilidades de encontrar más supervivientes. Una unidad de expertos en rescate del Ejército israelí, que salvó la vida de 12 personas el pasado mes de agosto, se desplazó ayer hasta la zona siniestrada, y, según informó la Embajada de España en Ankara, un equipo de bomberos de Huelva, también presente en aquellas fechas, aterrizaba ayer en Estambul. Un total de unas 40 personas formará el contigente español desplazado a la región damnificada, ya que hacia la medianoche de ayer estaba prevista la llegada de un equipo de Protección Civil, mientras que las unidades de Martorell y de Getafe se encontraban asimismo movilizadas.

Cumbre de la OSCE

El terremoto, que se sintió con fuerza tanto en Ankara como en Estambul, afectó a numerosos edificios de ambas ciudades, sin que en ellas se registraran víctimas mortales. Los edificios nuevos de cinco plantas fueron los más afectados por el temblor, mientras que continúan en pie los inmuebles más antiguos.Según fuentes cercanas al consulado de España en Estambul, las grietas provocadas en la sede del consulado por el seísmo del pasado mes de agosto se han ensanchado de forma que se pueden introducir fácilmente los dedos en las paredes dañadas. Este nuevo temblor -el séptimo en menos de tres meses- se produce tan sólo cuatro días antes de que tenga lugar la cumbre de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en Estambul, prevista para el 18 y 19 de noviembre, y a la que acudirán los jefes de Estado de 54 países.

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Aunque las autoridades turcas han asegurado que esta nueva sacudida no entorpecerá la celebración de la cumbre, ya se han producido pequeños cambios por motivos de seguridad. Así, el palacio de Dolmabaçe, que actualmente presenta serias grietas en sus muros, dejará de ser el marco de la firma de la Carta de Seguridad Europea y de la nueva versión del tratado FACE, ya que el evento se celebrará en un moderno centro de congresos situado cerca de Taksim.

El estado de pánico se ha extendido de tal forma entre la población, que son muchos los turcos que empiezan a creer que podrían cumplirse las predicciones de Nostradamus. Al parecer, el astrólogo francés vaticina en una de sus profecías una gran destrucción en Estambul el día en el que la ciudad espere la visita de un gran jefe -léase el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton- y éste decida no acudir. En principio, no está prevista la visita del matrimonio Clinton a las zonas afectadas.

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