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Entrevista:

"Si el nacionalismo es lo que dice y hace CiU, yo no soy nacionalista"

Pregunta. CiU está negociando al mismo tiempo con fuerzas antagónicas como ERC y el PP. ¿No tiene la impresión de que CiU quiere tomar el pelo a una de las dos partes?Respuesta. Estamos asistiendo al final de una etapa de hegemonía de CiU, y hay, como mínimo, dos partidos dentro de Convergència Democràtica, y yo diría que otros dos incluso dentro de Unió. Hay un sector partidario de desempeñar este papel eterno de partido del centro derecha o la derecha catalana, que da prioridad a tener un papel de influencia en Madrid, y está el otro sector, de ascendencia más popular. Éste es el sector que se siente más incómodo con el PP. Debe de ser muy duro para alguien como Jordi Pujol, un catalanista demócrata antifranquista que fue encarcelado durante la dictadura, constatar que después de 19 años de gobernar la Cataluña autónoma el único apoyo explícito que ha conseguido durante su última legislatura es el del PP.

P. ¿La apuesta por el PP de los últimos años no es una responsabilidad principalmente de Pujol?

R. Creo que de mucha más gente. El pujolismo no es sólo Pujol, sino Pujol y los que han alimentado los aciertos y los errores de Pujol, así como los que han ido creciendo no sólo política, sino también económicamente en torno a la hegemonía política de Pujol. El franquismo no era sólo Franco, ni el gaullismo sólo De Gaulle.

P. ¿CiU no utiliza las conversaciones con ERC como un mecanismo de legitimación nacionalista para pactar luego con el PP?

R. Creo sinceramente que sí. Aquí todo el mundo usa a todo el mundo. No niego que a CiU le vaya bien, por la incomodidad que representa su matrimonio de conveniencia con el PP, tener relaciones extramatrimoniales con ERC. Pero Esquerra nunca había logrado en este periodo democrático la proyección social y mediática que está teniendo ahora.

P. ¿ERC también aspira a la herencia pujolista?

R. De la misma manera que el PSC tiene en alquiler una parte de voto catalanista de izquierdas que no es el propio del PSOE, también CiU tiene una parte de voto popular que no es de derechas y que es honestamente catalanista. Y esta parte de voto popular sólo tiene un referente básico que se llama Jordi Pujol, que en un momento determinado puede haber ejercido unas funciones positivas para el conjunto del país, pero que en estos momentos desempeña más bien la función de freno, de tapón. Una parte de esta herencia irá más allá de las fronteras de CiU y ya ahora tiene su referente en ERC.

P. ¿No serán demasiadas caras, en el momento de salir en la foto del pospujolismo?

R. ¿Pero seguro que hay tantas?; yo no veo demasiadas, y menos dentro de Convergència. No por capacidad, sino porque la propia dinámica política ha ido creando una especie de tierra de nadie donde sobrevivía una sola persona, que se llama Jordi Pujol. En CiU hay mucha gente con vocación de hereu escampa [despilfarrador]. Es decir, gente que quiere la herencia antes de pasar por el notario.

P. ¿La aproximación a CiU no es contradictoria con la credibilidad de ERC como partido de izquierdas?

R. Supongo que estamos perfectamente legitimados para aspirar a incorporar en un proyecto nacional a sectores populares y de clases medias nacionalistas que Pasqual Maragall ha intentado unir a su proyecto. Por intentarlo nadie tildó a Maragall de dirigente de una formación derechista o conservadora.

P. ¿Esquerra ha superado totalmente el síndrome de 1980, cuando Pujol fue investido gracias a los votos de ERC? Se pactaron cosas que luego no se cumplieron y los republicanos se desplomaron en las elecciones siguientes.

R. Ninguno de los miembros de la actual dirección del partido militaba en Esquerra en 1980. Que el electorado castigó a ERC en 1984 es evidente, pero lo que no queda claro es si el pacto con CiU fue el motivo único o el fundamental. Es fácil decir que ERC pasó de 14 a 5 diputados, pero ¿por qué nadie dice que el PSUC pasó de 25 a 6? Creo que lo que sucedió en 1984 fue un cambio a fondo en la estructura de partidos en Cataluña.

P. ¿No le gustaría un frente nacionalista?

R. De entrada, una mayoría entre Convergència y ERC ya hubiera sido posible hace cuatro años, aunque me resisto a denominarla nacionalista. Pero CiU prefirió pactar con el PP porque al único partido que convenció la política de CiU fue al PP. Por este motivo nos abstuvimos en la investidura de Jordi Pujol, al igual que el PSC y el PP.

P. ¿Por qué se resiste a llamarle nacionalista?

R. Entre otras cosas porque la palabra nacionalista, en la cultura política democrática europea, no tiene la misma connotación en todas partes. En Cataluña forma parte de la tradición democrática y yo diría que más específicamente progresista. Pero también en el caso catalán ha ido asociada además a una sola formación política, CiU. Si el nacionalismo es lo que dice y hace CiU, yo no soy nacionalista.

P. Varios dirigentes de su partido han culpado a Josep Antoni Duran de ser el principal escollo para que haya un acuerdo, ¿usted también lo comparte?

R. En honor a la verdad debo decir que en las reuniones a las que he asistido, tanto Pere Esteve como Duran Lleida han manifestado la misma opinión y unas tomas de posición idénticas. Dicho esto, es obvio que desde el punto de vista estratégico, en el futuro, lo que representa Unió Democràtica entrará en confrontación política, y creo que ya lo ha hecho, con lo que representa ERC, justamente por incorporar al propio proyecto una parte de la herencia; creo que ésta es la cuestión.

P. ¿En qué medida los 15 puntos programáticos que han presentado determinarán la abstención de ERC?

R. ERC ha puesto sobre la mesa 15 propuestas para negociar con CiU que afectan en muchos casos a la cotidianidad de los catalanes y las catalanas. Es positivo que después de 19 años de monarquía casi absoluta de CiU en Cataluña, la coalición se vea forzada a sentarse y a hablar de estos asuntos. Después, respecto a estos puntos, nos pondremos de acuerdo en unos o en otros, o no nos pondremos de acuerdo en ninguno, y si no lo hacemos y consideramos que la propuesta que nos hace Convergència no es satisfactoria votaremos en contra y se acabó. Es a Jordi Pujol a quien debe interesarle más que a nadie no tener 67 votos en contra [ERC, socialistas e Iniciativa per Catalunya] el día del debate de investidura.

P. Pujol defiende un día el soberanismo y otro día la lectura abierta de la Constitución. ¿Cómo ven esta multiplicidad de discursos desde ERC?

R. Me parece que son la explicación que le ha permitido mantener durante tantos años la hegemonía en la política catalana. Pujol no tiene un discurso, tiene 75. Lo que pasa es que esto no puede aguantarse toda la vida porque la gente crece y madura.

P. Hay mucha sensibilidad política herida cuando se les ha oído hablar a ustedes de Cataluña como Estado Libre Asociado.

R. Éste es un tema que aparece en nuestra propuesta de Estatuto Nacional de Cataluña que presentamos en abril, simplemente entre el horizonte de una Cataluña libre, independiente, tan independiente como sea posible en el marco de la Unión Europea, que es el horizonte final. En Europa hay en estos momentos Estados libres como Baviera, donde el Gobierno federal evita meter las narices. Por lo que he podido observar, veo que a los españoles les preocupa mucho o se sienten muy identificados con un Estado libre que se llama Puerto Rico, pero éste es un problema que está situado a muchos miles de kilómetros de distancia y con el que no estamos excesivamente familiarizados.

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