"La herencia que deja el siglo XX es el Estado del bienestar"
Gabriel Jackson (Nueva York, 1921), historiador, judío de formación cultural alemana, progresista, enamorado de la música de cámara e intérprete de flauta, decidió tras jubilarse hace 16 años dejarse llevar por la atracción que sentía por España. Cambió California por Barcelona y desde allí ha seguido estudiando las atrocidades y los avances que ha dejado a su paso el siglo que ahora acaba. El autor de La República española y la guerra civil y Civilización y barbarie en la Europa del siglo XX ha visitado Bilbao esta semana para impartir una conferencia sobre el papel de Occidente en el siglo XXI.Pregunta. ¿Qué herencia va a dejar el siglo XX?
Respuesta. La herencia es la creación del Estado del bienestar en la segunda mitad de este siglo en Europa, que da más oportunidades a una mayor proporción de gente que en cualquier sociedad previa. Estoy convencido de que con un poco de cuidado y revisiones podremos mantener este Estado del bienestar. No se puede imponer, pero es un modelo para los países en vías de desarrollo; la esperanza de una vida decente para la mayoría de los seres.
P. Pero la sociedad del bienestar sufre recortes en muchos países para bajar el gasto público. ¿No cree que puede ser víctima del liberalismo?
R. Depende de la fuerza de convicción o de los impulsos de la gente de esos países. En Holanda y en Suecia han hallado ya maneras de combinar la nueva cultura de empresa con el mantenimiento de los servicios sociales. Tenemos que recordar siempre que la publicidad está dominada por los capitalistas a ultranza y que la prosperidad no es sinónimo del alza de la bolsa. Hay maneras de insistir en los intereses de la gente normal.
P. Cita usted países pequeños, ricos y con una larga tradición en los servicios sociales. En otros parece más difícil acabar con las bolsas de pobreza.
R. Es seguro que es más difícil acabar con las diferencias de cultura y los prejuicios raciales en países más grandes que Holanda. Pero hay que hacer comparaciones: hay explotación de los inmigrantes en España o en Francia y en los Estados Unidos, pero continúan viniendo. Evidentemente, desde su punto de vista hay algo que es mejor en Europa o en Estados Unidos que en México. Tienes que ver lo positivo, al mismo tiempo que los problemas.
P. ¿Cree que la globalización de la economía tiene vuelta atrás?
R. Yo creo que en el siglo próximo vamos a tener grandes regiones: Occidente, formado por Europa y el mundo anglosajón, es una región; el mundo islámico, otra; el este de Asia, China, Corea, Japón, otra. Las relaciones entre ellas deben ser de paz, pero no se van a homogeneizar las culturas al menos en el siglo XXI. Tal vez de aquí a miles de años, pero no tan rápidamente. Se globaliza la tecnología, la aplicación de las ciencias; no hay razón para globalizar la cultura local, las creencias religiosas...
P. ¿Y no hay riesgo de perder estos rasgos?
R. Depende de los comportamientos de la gente.
P. ¿Habrá una cultura dominante?
R. En ciencias y tecnología, lo que viene de Occidente. Pero no creo que haya razones para no preservar las costumbres, la cultura, las ceremonias,...
P. Su trabajo ha sido muy crítico con los nacionalismos del siglo XX. ¿Cómo cree que evolucionarán?
R. Nadie puede predecir lo que va a ocurrir. Hasta el punto que puedo, yo lucho por los ideales sociales de bienestar, de educación. Eso es lo que cuenta y no la identidad nacional. Creo que la gran fuerza de los nacionalismos en los últimos 20 años vino de la derrota del socialismo real en el Este. Los capitalistas tuvieron la ocasión de identificar la socialdemocracia y el Estado del bienestar con los fallos de la URSS y el socialismo real. Después de la bancarrota de un ideal de 70 años de lucha para crear un nuevo mundo, sin creencias religiosas, si no pueden creer en una utopía social, sólo queda la identidad del nacionalismo o de la etnia.Pero es una cosa puntual. De aquí a 20 o 30 años la gente puede darse cuenta de que la organización de la economía, la educación y los servicios sociales se consiguen por la colaboración, no por identificarse en contra de los otros.
P. ¿Cree que existe una identidad europea?
R. Con la creación de la UE, la identidad nacional sería una identidad de lengua y cultura sin implicaciones políticas. Para la prosperidad de Europa es más importante la colaboración y la unificación de los niveles de educación.
P. ¿Se reconoce esta identidad por el resto del mundo?
R. Es el proceso que está en marcha, que comienza por la economía. Con un poco de suerte, en 40 años habrá una Europa política y será evidente que, con paz, la unidad vale más que los nacionalismos.
P. ¿Qué tal vive en Cataluña, gobernada por nacionalistas desde hace más de 20 años?
R. Pues estoy aliviado porque no tienen el poder que quieren, aún estando en el Gobierno. Espero que con el tiempo la gente reduzca este componente de identidad en contra de otros.
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