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Vitoria recuerda en una muestra el mural que Vela Zanetti pintó en la ONU

José Vela Zanetti (Milagros, 1913; Burgos, 1999) es uno de los principales pintores del exilio y la posguerra castellanos, pero, sobre todo, es conocido por el inmenso mural dedicado a los derechos humanos que pintó en la sede de la ONU de Nueva York entre 1951 y 1953. A partir de esta obra imprescindible, el Centro Cultural Montehermoso de Vitoria presenta una exposición antológica del pintor burgalés (desde hoy y hasta el 12 de diciembre) en la que se rastrea su reivindicación constante de la dignidad humana.

La vida de Vela Zanetti recorre, como la de tantos otros de su edad, las principales vicisitudes de la historia de España. De ahí que su interés por la dignidad humana, por la creación artísticas comprometida y por la reivindicación de las vidas y trabajos humildes esté presente en la obra de este artista que tuvo que exiliarse con lo puesto a la República Dominicana tras la guerra civil y proseguir allí su incipiente carrera artística como pintor de brocha gorda.Desde aquellos primeros años cuarenta hasta que en 1951 comienza a pintar el mural en la ONU (con los reparos del Gobierno estadounidense de la época dominado por el macartismo), Vela Zanetti se fue labrando una trayectoria artística que le convirtió en referente de la pintura española en el exilio. Llegó a exponer con Miró y Picasso en una galería neoyorquina y mantenía tertulias con políticos y hombres de negocios norteamericanos, como Henry Allen Moe, presidente de la Fundación Guggenheim e impulsor de su proyecto en la ONU.

La exposición Vela Zanetti y los derechos humanos que se presenta en el Centro Cultural Montehermoso (Fray Zacarías Martínez, 2) organizada en colaboración con su fundación, dependiente del Ayuntamiento de León, recoge todo el proceso de esta creación comprometida que fue el mural. El recorrido por los bocetos parciales y el inmediatamente previo a la obra final muestran cómo Vela Zanetti fue depurando los contenidos para hacerlos cada vez más intemporales y sin referencias expresas a los sucesos de la primera mitad del siglo XX.

De ahí que el mural se presente como una alegoría que recorre la destrucción y posterior reconstrucción del mundo: desde los genocidios hasta el logro de una existencia digna, con todo un paseo por ese renacimiento de la Humanidad tras la II Guerra Mundial.

Pero la muestra no se queda en el estudio de esta obra capital en la trayectoria de Vela Zanetti, como ejemplo de que su trabajo artístico fue mucho más allá. Así se comprueba en el recorrido por la selección de cuadros del artista burgalés, en los que subyace esa defensa de la dignidad del hombre llano, el campesino y otros tipos populares castellanos en los que siempre asoman la sobriedad y el orgullo.

Virtudes que hay que trasladar a los retratos realizados durante su estancia en la República Dominicana, donde ya se entrenó en la realización de grandes murales para iglesias de la isla, cuyos bocetos cierran el recorrido por la antológica.

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