Investigadores, pese a todo
,Los hermanos Juan y Jesús García Latorre no son científicos ni dedican, en primera instancia, sus esfuerzos a descubrir los rastros del pasado en el entorno natural. Antes, han de justificar sus sueldos como profesor de instituto, el primero, y como auxiliar administrativo, el segundo, para ganarse la vida. Una vez cubierta la jornada laboral es cuando los hermanos Latorre desempeñan la gran pasión de sus vidas, que les ha catapultado a la más alta consideración por parte de la comunidad científica internacional: averiguar tipos de estructuras sociales y económicas del pasado y su consiguiente relación con el medio natural. Este sistema de estudio les ha llevado a descubrir las transformaciones medioambientales acaecidas en la provincia de Almería en los últimos 500 años y pequeños reductos arbóreos primitivos que conformaban la antigua cubierta vegetal en Almería. "Todos estos restos tienen un valor incalculable porque están adaptados a las condiciones de la zona. Los encontramos utilizando documentos del siglo XVII y a través de los topónimos", explica Juan.
El recurso del estudio de los nombres propios de los lugares ha llevado a los hermanos investigadores, en no pocas ocasiones, a auténticos callejones sin salida. Sin embargo, en otras muchas, ha servido de referente a las condiciones ambientales de un paraje siglos atrás. "Sorprende saber que la sierra de Cabo de Gata era llamada, hasta el siglo XIX, Sierra del Pinar. Todavía queda algún que otro pino por allí. Y también sorprende ver que existen más topónimos en torno al oso en el sureste de la península que en toda Gran Bretaña", apunta.
La baza de los hermanos Latorre radica, precisamente, en que no están especializados en un aspecto del medio ambiente. De este modo, no dudan, por ejemplo, en bucear entre documentos de 1496 del Ayuntamiento de Vera en los que se indicaban los precios de la carne de ciervo, cabra montés o jabalí. Tampoco escatiman esfuerzos en consultar el inventario de la Marina en el siglo XVIII, donde se detallaban importantes zonas boscosas para la construcción de navíos. "Estos datos, amén de la cifra económica, nos dan información indirecta sobre el medio y explica, por ejemplo, que hubiera una Sierra de los Pinos entre Pulpí y Cuevas donde ahora no hay más que un reducto de 60 árboles".
Las investigaciones se centran en la geología, historia, economía, biología, geografía y cualquier disciplina que aporte el menor dato referente al entorno medioambiental. Como aplicación directa a sus descubrimientos, la Consejería de Medio Ambiente anunció días atrás un programa de restauración en la Sierra de Filabres, donde los investigadores hallaron un primitivo alcornocal donde, con la carga genética de sus semillas, se puede hacer una repoblación más efectiva y fiel a este entorno.
La reciente participación en el congreso sobre naturaleza, sociedad e historia, celebrado en Viena el mes pasado ha propiciado que su trabajo dedicado a la España árida sea seleccionado junto a cinco más de todo el mundo.
La investigación de Juan y Jesús se prefirió entre otras de varias universidades españolas y aparecerá en la prestigiosa revista científica británica Land use policy. También la publicación norteamericana Environmental history espera recibir otro artículo de los hermanos sobre el sureste español.
Mientras una universidad norteamericana no ha dudado en fichar a Jesús, su hermano lamenta el "desperdicio" que España hace con algunos investigadores y la "endogamia" universitaria. "No tenemos un duro pero tenemos la independencia intelectual de no depender de nadie", se consuela.
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